La noche de este domingo 28 de octubre el Ayuntamiento de Autlán organizó un vistoso desfile para celebrar la segunda jornada de su Festival de Día de Muertos. Este desfile arrancó del cruce de las calles de Carlos Santana e Independencia Nacional alrededor de las 19:00 horas (una hora después de lo anunciado) y terminó en el centro de Autlán, siguiendo la ruta de la avenida Hidalgo.
Ya desde una media hora antes de las 18:00 horas en que estaba anunciado su arranque la ruta que seguiría el desfile se fue poblando de espectadores que, a la hora que pasaron los contingentes, ya sumaba varios miles de personas, algo solo comparable a un desfile de Entierro del Mal Humor. Y, lo mismo que en el arranque del Carnaval, este desfile mortuorio tuvo un carácter festivo, lleno de color y música.
Los chirimilleros. |
A la vanguardia pudimos ver a la chirimía López Peña, con sus dos integrantes maquillados como calaveras (de hecho, todo mundo iba así, incluyendo a la famosa botarga Cristobalín de la caja popular Cristóbal Colón) y tocando esta vez, en lugar de los conocidos sones, algunas melodías más lentas. Luego de un grupo de funcionarios municipales desfilando a pie, algunos de ellos con el consabido maquillaje, comenzó el paso de los ocho carros alegóricos, algunos de ellos bastante vistosos, poblados de personajes relacionados de alguna manera con la visión caricaturesca del Día de Muertos que se ha vuelto tan popular: figuras de papel maché representando a la muerte, en la figura más conservadora cargando su guadaña o en la más popular de la catrina, una carroza tirada por esqueléticos caballos, personajes de la película Coco o una escena de jaripeo mortuorio, junto con personas de carne y hueso caracterizadas como estos mismos personajes.
También pudimos ver algunas figuras, no montadas en carros sino llevadas por grupos de personas, que resultaron de las más aplaudidas por la gente: un par de calaveras de unos cuatro metros de altura, manejadas a manera de títere por grupos de personas, cada una moviendo una de las partes de la calaca y un dragón, del tipo de los que vemos en el cine en los desfiles de festividades chinas.
Detrás de cada carro desfilaba un contingente de alguna institución: luego de la carroza tirada por caballos iba el grupo de Ritmos Latinos del CUCSur, detrás de Coco desfilaron niños del Instituto Autlense, alumos del Instituto Aotli desfilaron detrás de un carro con catrinas, la UPN lo hizo siguiendo a un carro dedicado a los abuelos y el grupo de baile español y flamenco Sacromonte, ataviado con vestidos de esa especialidad de baile lo hicieron detrás de un carro dedicado a la panadería. También pudimos ver al grupo Catalina, de José Aldaco mostrando las figuras que utilizó durante su representación de la Guelaguetza hace un par de años, seguido por una banda sinaloense.
Un desfile como este tiene el potencial de convertirse, si se logra institucionalizar, en un atractivo turístico importante, aunque antes habrá que corregir errores en la logística: cerrar las calles a la circulación de automóviles desde la hora en que está anunciado el inicio del desfile, implementar una mayor vigilancia de Protección Civil y, sobre todo, comenzar a tiempo.
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