Imagen de satélite del huracán Lily. Wikimedia Commons. |
El 1 de septiembre de 1971
amanecía lluvioso en Autlán. Aunque ya se sabía que había un huracán en la
Costa, no había las alertas que hay ahora, en las que con mucha anticipación y
exactitud se puede saber cuándo y dónde azotará un meteoro.
Así que la familia Tovar Montes
se levantó ese día como cualquier otro en su casa de la sección L de la colonia
Guadalupe. Desayunaban cocido mientras veían por debajo de la puerta cómo el
famoso charco que se forma siempre en la esquina de las calles de Santos
Degollado y Francisco Zarco crecía más rápido de lo normal, aunque no le dieron
mucha importancia. Fue hasta que abrieron la ventana para ver hacia la calle
cuando se dieron cuenta que la Santos Degollado ya era parte del arroyo El
Coajinque, que se había ensanchado tanto que la otra orilla llegaba hasta los
llanos donde ahora se asientan las colonias Echeverría y Camichines (no existía
la cuadra sur de Santos Degollado).
Largaron en la mesa los platos de
cocido y abandonaron inmediatamente la casa, solo con lo puesto. Los hermanos
se organizaron para ayudar a salir a los vecinos de la sección L, familias de
trabajadores del Ingenio Melchor Ocampo, cuyas casas ya tenían una inundación
de un medio metro de altura.
Todas las casas del lado sur de
la colonia se inundaron, perdiendo sus habitantes prácticamente todas sus
pertenencias. Al terminar de desalojar la sección L de la colonia Fernando, uno
de los hermanos Tovar, acudió a la Presidencia al llamado que hacían las
autoridades militares para formar brigadas de rescate que ayudarían a desalojar
sus casas a quienes vivían en la zona de Los Ranchos, al sureste del pueblo.
Sin más herramienta que una soga,
la brigada de Fernando acudió a rescatar personas al rancho El Terronal, sobre
el camino viejo a Ahuacapán, que se había convertido en un río. Ahí utilizaron
la única técnica de rescate que se les enseñó en ese momento: lanzar un extremo de la soga hacia el otro
lado del río, donde los habitantes tendrían que atraparla para atarla en donde
pudieran y usarla como apoyo para cruzar el río.
De esa manera rescataron a
Tomasa, del rancho El Terronal, quien recién había parido a su primer hijo, a
quien sacaron de una manera peculiar: envuelto en una sábana, uno de cuyos
extremos era sostenido con los dientes por Fernando y el otro por su compañero,
de la misma manera (las manos las tenían ocupadas en sostenerse de la soga y en
sujetar a Tomasa), llegando a la orilla sin más novedad que el dolor en los
dedos por la fuerza de la corriente y lo áspero de la soga.
La misma técnica utilizaron en
otros ranchos de la zona, de donde pudieron rescatar a todas las personas que
aceptaron desalojar sus propiedades. Solamente en la colonia Ejidal no pudieron
entrar, por la profundidad de la inundación y porque sus habitantes ya se
habían refugiado en el cerro cercano.
La
llegada de Lily a Autlán significó la primera gran inundación de la era moderna
en Autlán. Causó daños estructurales en casas, pérdida de menaje de casa y de
otros objetos, aunque ninguna pérdida humana. Provocó también que se pensara en
profundizar y ensanchar el cauce de El Coajinque, obra que se realizó tiempo
después y ayudó a evitar más inundaciones similares, hasta la llegada del
huracán Jova en 2011.
Trayectoria del huracán Lily. Tomado de puertovallarta.net. |
Basado en el relato de Fernando Tovar Montes.
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