Esta última actividad estuvo a
cargo de Martha Florentina Corona Santana y llevó como título Nostalgia: la
torrecilla y el reloj. Su presentación comenzó con un comentario sobre la importancia
que tiene, medio siglo después de su destrucción, la torrecilla del reloj como
símbolo de Autlán, a pesar de que la mayoría de los habitantes actuales del
pueblo no la conocimos.
Enseguida, Martha invitó a los
asistentes a ubicarse, mediante su imaginación, en el centro de Autlán en el
siglo XIX: ahí estaban la parroquia, la Plaza de Armas (hoy jardín Hidalgo) con
su kiosco de madera, la uniformidad arquitectónica… ya instalados aquí, conocimos
la historia de los relojes públicos de Autlán, reconstruida a partir de
documentos que se encuentran en el Archivo Histórico Municipal y de datos
publicados por el doctor Rubén Villaseñor Bordes: en el año 1848 los señores
Bernardo Zepeda y María Teresa Michel solicitaron al párroco José Antonio
Macías que se gestionara la compra de un reloj público, con el fin de evitar el
gasto de tres pesos mensuales que se pagaba a un campanero para que tañera las
campanas cada hora. El reloj se gestionó con efectividad: el 2 de agosto se
turnó la solicitud a la mitra y a finales del mes el aparato ya estaba en
Autlán.
Para instalarlo, nos cuenta
Martha, se construyó una segunda torre en la parroquia, cuya existencia se sabe
con certeza gracias a un inventario levantado por el párroco Amador Velasco en
1896 que dice: “teniendo solamente de ladrillo las dos torres”. Esta segunda
torre se mandó demoler el 18 de abril de 1907, por estar en ruinas.
Para ilustrar mejor lo que dicen
los documentos, Martha recurrió a la edición de fotografías: mostró una imagen moderna
de la parroquia a la que le agregó una torre con su reloj. Este mismo truco
sirvió para que viéramos el aspecto del edificio de la Presidencia Municipal
antes de la construcción de la torrecilla del reloj, que se decidió en sesión
de Ayuntamiento del 24 de agosto de 1899 y sería inaugurada el 1 de enero de
1901.
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