El anfitrión este mes fue el
licenciado Agustín Godoy Pelayo, quien presentó un trabajo titulado Recordando
a José Atanasio Monroy en el primer centenario del muralismo mexicano,
consistente en un video con entrevistas que el mismo Agustín Godoy hizo a personas
que conocieron a Monroy o que saben de su obra. El video está dividido en temas:
el muralismo mexicano y su importancia, análisis de cada uno de los murales de Monroy
y la vida de este pintor autlense.
Para efectos prácticos, en este
texto haremos un resumen de lo que comentó cada uno de los entrevistados,
independientemente del tema:
Juan José Doñán: el
tapatiólogo originario de Tizapán el Alto dijo que José Atanasio Monroy
perteneció a una segunda generación del muralismo mexicano, movimiento que
definió como una estrategia de educación más allá de las aulas, que fue un “madrazo”,
un movimiento de exportación. Afirmó que Monroy tiene un estilo propio y que,
como muralista, “nace grande, nace adulto”.
Jorge Monroy: sobrino de don
Atanasio y también pintor, narró cómo conoció a su tío y descubrieron su
parentesco, con antepasados comunes en Ejutla. Habló en distintos momentos del
estilo de Atanasio, que definió como “casi puntillista”, logrado a base de
pinceladas muy cortas. Las pinturas que utilizaba eran acrílicos muy transparentes,
como acuarelas. Sus cuadros eran composiciones muy barrocas, sin espacios
vacíos y era “un excelentísimo retratista”. Describió el hábito de don Atanasio,
mientras vivió en Guadalajara, de salir cada mañana al Mercado Corona a buscar algo
para pintar: siempre pintaba un cuadro antes de desayunar.
José Manuel Jurado Parres:
el actual director de la Preparatoria no. 5 de la UdeG recordó las gestiones que
realizó la Universidad para que don Atanasio terminara el mural de la dirección
de la Escuela Vocacional (actual Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías):
luego de preguntar al general Marcelino García Barragán dónde encontrar al
pintor, la comisión encargada de hablar con él lo visitó en su departamento del
centro de Guadalajara, le pidieron terminar el mural y don Atanasio inmediatamente
aceptó. Completó el mural sin cobrar un centavo por su trabajo, solo pidió que
se le diera de comer mientras estuviera trabajando.
Joselyn Alvarado y Mara Pimienta:
restauradoras de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente que
trabajaron en la restauración del mural Las artes populares en México,
del Parián de Guadalajara. Hablaron del trabajo que realizaron en esta obra, que
debe ser completado con la apropiación que de ella hagan los usuarios. Es un
mural “muy alegre” y la técnica de Monroy “es impecable”, afirmaron. Sobre el
mural La Mexicanidad, dijeron que cada segmento tiene movimiento e
interacción que le dan una lectura muy viva.
Nabor de Niz: el doctor
Nabor, coordinador honorario vitalicio del Capítulo Costa Sur recordó cuando,
en su infancia, veía a don Atanasio pintar el mural La Mexicanidad, en
el Centro Escolar Chapultepec. Ver el desarrollo del trabajo del pintor lo hizo
entender lo que era realmente el arte. También recordó los últimos días de
Monroy, en los que a él le tocó atenderlo: dijo que era de carácter muy parco y
le gustaba cuidar muy bien lo que iba a decir. Al artista le dio trabajo
aceptar la pérdida de la movilidad de su lado derecho luego de la embolia que
sufrió, pero aprendió a pintar con la mano izquierda, “con disciplina y porfía”.
Margarita Pointelin: la
pintora y poeta, socia de la BSGEEJ, describió algunos de los segmentos de los
murales La Mexicanidad y La historia del siglo XX, interpretando la
composición y las expresiones y posiciones de los personajes y afirmando que la
obra de Monroy presenta un “colorido maravilloso”.
Alfredo Tomás Ortega: el
académico y escritor recordó el nacimiento de la Semana Cultural Universitaria
del Centro Universitario de la Costa Sur, a mediados de la década de 1990, época
en que se buscó a personajes autlenses que merecieran un homenaje en cada
edición. En este contexto, se planteó la idea de un premio de pintura dedicada
a Atanasio Monroy, que nació en 1999 como premio regional, crece a nacional en
2007 y se convierte en bienal de pintura en 2012, a propuesta de Sergio Zepeda.
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