El primer momento del Congreso
fueron los honores a la Bandera, que fue custodiada por la escolta de la dirección
de Seguridad Pública. Durante los honores se entonaron el Himno Nacional y el Himno
a Jalisco, con el apoyo de una pista grabada. Esta ceremonia y el Congreso fueron
presididos por Gerardo Rafael Trujillo Vega, presidente municipal de Tlajomulco;
María Elena Rivera Estrada, regidora; Miguel Osbaldo Carreón Pérez, síndico;
Pedro Vargas Ávalos, presidente de la Asociación de Cronistas; Carlos Martín
Boyzo Nolasco, vicepresidente, y José Octavio Guevara Rubio, secretario de la Asociación
y presidente del Consejo de la Crónica de Tlajomulco.
Al terminar los honores vino el
mensaje inaugural del Congreso, a cargo del presidente de la Asociación de Cronistas,
Pedro Vargas. Él llamó a los jaliscienses a refrendar constantemente la
primacía que Jalisco tiene en la República, como hermano mayor de la
Federación, y recordó a algunos de los tlajomulquenses que se han distinguido
en la conformación de lo que hoy es el Estado de Jalisco: el general Eugenio Zúñiga,
“apóstol de las ideas renovadoras”, quien combatió durante la Revolución en distintas
regiones del país, y su hija Olivia Zúñiga, primera mujer en ganar el Premio
Jalisco en literatura. “Jalisco, cuna de las libertades; Tlajomulco, pilar de
Jalisco”, fue la frase de cierre de su discurso.
Enseguida, fueron entregadas las
preseas que anualmente otorga la Asociación, a las siguientes personas:
Presea Fray Antonio Tello, al
doctor Joseph B. Mountjoy, arqueólogo decano del Occidente de México, quien no
pudo estar presente debido a una cuestión familiar.
Presea Luis Páez Brotchie al
ingeniero Braulio Villanueva Gaspar, cronista de Cajititlán y defensor de la
laguna de ese nombre.
Presea Rosa Áurea a la maestra
Carmen Leticia Mora de Anda, del Consejo de la Crónica de Tepatitlán.
Antes de tomar un receso breve,
escuchamos el mensaje de bienvenida del presidente municipal de Tlajomulco,
Gerardo Trujillo, quien además felicitó a los personajes que recibieron las
preseas y a la Asociación, por su permanencia y vitalidad.
El receso duró unos quince
minutos, que aprovechamos para saludar a los colegas cronistas, compartir publicaciones
y noticias de nuestros municipios y a ponernos al día con las vidas de nuestros
amigos. Claro, también tomamos un café con un pan dulce, que amablemente nos
obsequió el municipio anfitrión.
Al reanudar los trabajos, escuchamos
un mensaje del presidente del Consejo de la Crónica de Tlajomulco, Octavio
Guevara, quien nos dio una explicación sobre el valor del lugar donde
sesionamos. Esa sala fue la sede del cabildo de Tlajomulco hasta 2012, por lo
que ahí se tomaron las decisiones de gobierno de este municipio durante la
mayor parte de su vida; de ahí salió la primera llamada telefónica que se hizo
en Tlajomulco, en la que el presidente de la República, Adolfo López Mateos, se
comunicó con el gobernador Juan Gil Preciado para inaugurar la línea. La sala
de ex presidentes se inauguró apenas el 14 de noviembre anterior, con la
presencia de la mayoría de los que fueron presidentes municipales de Tlajomulco
que siguen con vida. Esta sala cuenta con una galería de retratos de los
presidentes desde 1908, entre los que encontramos a personajes notables, como
el empresario Enrique Michel o el actual gobernador, Enrique Alfaro. En uno de
los muros laterales hay un mural en el que se muestran algunos de los elementos
de la historia de Tlajomulco, como un fraile franciscano en actitud de escribir,
un guerrero indígena y un retrato del general Eugenio Zúñiga. El lugar es
cómodo, cuenta con un espacio para un presídium de hasta 15 personas y un
espacio para el público, en el que podrían caber unos 150 espectadores.
La regidora Elena Rivera dirigió
un mensaje en el que habló de la importancia de los cronistas como difusores de
la identidad de los pueblos, también explicó cómo funciona el Consejo de la
Crónica de Tlajomulco y mencionó la tradición hospitalaria de este municipio,
desde la época de la evangelización.
Luego vendrían un mensaje de agradecimiento
a las autoridades y de saludo a los asistentes por el vicepresidente de la
Asociación, Carlos Boyzo, y la lectura de las semblanzas de los premiados
Braulio Villanueva y Carmen Mora, para dar paso a la parte medular del Congreso:
El doctor José Alfredo Alcántar
Gutiérrez presentó su libro Capillas de hospital en Jalisco, que trata sobre
la arquitectura religiosa del siglo XVI en el occidente de México, influida por
el proceso de evangelización que dirigieron los franciscanos. Explicó que en
nuestra región hubo un sistema de evangelización basado en hospederías,
unidades que incluían capilla, hospital y otros servicios, en lugar de las
construcciones monumentales que existieron en el centro del país. Estas
hospederías se lograron con mano de obra indígena, el autor calificó a esta
arquitectura como novedosa y sui generis y aseguró que constituye un
elemento identitario jalisciense que sigue vigente. Para cerrar su
presentación, el autor describió algunos de los ejemplos de hospitales que estudió
en nuestra región: Huentitán, Santa Cruz de las Flores, Tlajomulco, entre
otros. El libro se puede conseguir, en formato digital, en el sitio web de
Editorial Qartuppi (https://qartuppi.com/arquitectura_y_diseno/capillas/).
Enseguida, el cronista de
Zacoalco de Torres, profesor Salvador Encarnación, presentó la colección “Cuatro
plaquetas afines al sur de Jalisco”, integrada por cuatro títulos obra de los
cronistas de Zapotlán el Grande, Fernando G. Castolo; San Gabriel, José de Jesús
Guzmán Mora; Zacoalco, Salvador Encaración, y Atoyac, Eduardo Ramírez. El presentador
explicó brevemente el contenido de cada una de las plaquetas, que tratan sobre
la vida en Zapotlán en los años del nacimiento de Jalisco, la historia de la
educación básica en San Gabriel, la vida y obra del poeta Raúl Quintero, nacido
en Tapalpa, y una biografía del revolucionario atoyaquense José María Contreras,
respectivamente. La presentación concluyó con la lectura del poema Como Cristo,
de Raúl Quintero.
La presentación de libros continúo
con el cronista de Zapotlán el Grande, Fernando G. Castolo, quien llevó su
libro Élites y religiosidad: la fiesta de San José en Zapotlán. 1749-1990,
en el que se da cuenta del nacimiento y desarrollo de una de las más arraigadas
tradiciones zapotlenses. El cronista explicó que esta fiesta nació de las
élites sociales, que buscaban desestimar la fiesta patronal de Nuestra Señora
de la Asunción, que celebraban con mucho fervor los indígenas de Zapotlán. Se celebra
el 22 de octubre en conmemoración del terremoto de 1749, que devastó al sur del
actual Estado de Jalisco y que propició que se hiciera un juramento a san José de
celebrarle una fiesta. El libro incluye un fichero con datos de las fuentes y
biografías de los mayordomos de la fiesta de San José desde 1806 hasta 1990.
Luego de otro receso, en el que degustamos
un vaso de nieve de mazapán, como una cortesía más de los anfitriones, siguió
una tanda más de presentaciones de libros, en el siguiente orden:
El maestro Manuel Moreno Castañeda
presentó el libro De guía, del grullense Leonel Michel Velasco. El autor
del libro abrió la presentación, con agradecimientos por el espacio para
presentarlo y una explicación del proceso para la escritura de su obra, donde
utilizó como fuente principal las visitas a lugares del municipio de El Grullo.
El maestro Moreno comentó que el libro no se puede encasillar en un género
literario, puesto que tiene textos de todos los géneros: es una colección de
relatos, en parte imaginados, en parte reales; lo definió como una “evocación
de sueños, pensamientos y sentimientos”. El presentador consideró que el autor
del libro va al alma de los hechos, habla de lugares dignos de visitar en El
Grullo, de hallazgos en nueve comunidades de ese municipio y de las actividades
de la sociedad de alumnos de la que fue parte en su juventud. El libro incluye
también reflexiones sobre la pérdida de patrimonio cultural y natural de El
Grullo.
El cronista de San Miguel el
Alto, Francisco Javier Sánchez Muñoz, presentó su libro José María Lozano:
gran tribuno del México revolucionario, una biografía de ese abogado sanmiguelense,
de notable actuación profesional en los años turbulentos de la Revolución. El autor
nos dio un resumen de la vida de Lozano, enfatizando los casos mediáticos en
los que estuvo involucrado, como el del asesinato del ex presidente de
Guatemala Manuel Lisandro Barillas Bercián, que le tocó conocer como ministerio
público, o la defensa que hizo de María Teresa de Landa, en el último juicio
popular que se celebró en nuestro país. El cronista invitó a seguir trabajando
en la difusión de los personajes de nuestros municipios.
La segunda parte del Congreso consistió
en una serie de ponencias a cargo de cronistas de todos los rumbos del Estado:
Aurora Alcántar Gutiérrez,
cronista de la delegación de Santa Anita, municipio de Tlaquepaque, presentó su
trabajo titulado La influencia de Tlajomulco en el impulso de las
tradiciones y la gastronomía en Santa Anita, en la que explicó la relación
que existe entre el municipio de Tlajomulco y las fiestas patronales de Santa Anita,
a través de la comida. Habló de distintos platillos, como el camote tatemado, y
tradiciones relacionadas con la comida, como el chiqueo: en ésta, que tiene dos
siglos de existencia, el hombre compra alimentos en la plaza de Santa Anita el
lunes de Semana Santa, para regalarla a su pareja. Otra tradición gastronómica
de la que habló la cronista es la fiesta de san Antonio, el 13 de junio, en la
que se prepara comida en todas las casas en las que vive alguien que lleva el
nombre de Antonio, misma que se regala a los vecinos y transeúntes durante ese
día.
El cronista de El Limón, Gabriel
de la Asunción Michel Padilla, dio una plática sobre fray Alonso Ponce y su
hazaña de visitar los 187 conventos del territorio franciscano, desde la actual
Nicaragua hasta Acaponeta, Nayarit. Habló de su llegada a Tlajomulco,
procedente de Guadalajara, el 31 de diciembre de 1586 y describió su encuentro
con los habitantes de este pueblo indígena y cómo fue recibido.
El cronista de Jalostotitlán,
Luis Jesús Ramírez Jiménez, compartió novedades de turismo religioso en su
municipio, con la apertura de la zona arqueológica de Teocaltitán, en la que se
crea una zona espiritual, tanto prehispánica como católica. Este sitio cuenta
con 23 plataformas, con basamentos y entierros, y se está esperando que el INAH
dé a conocer los resultados de las investigaciones que se están realizando en
ese lugar.
El cronista de San Martín de las Flores,
Tlaquepaque, Aldo Fierros, habló a nombre del Consejo de la Crónica de ese
municipio, integrado por 24 cronistas, sobre la publicación del libro didáctico
sobre San Martín de las Flores, pensado en ayudar a fortalecer entre los jóvenes
la identidad colectiva y salvaguardar la historia entre las nuevas generaciones.
Dicho esto, el presidente de la
Asociación de Cronistas dio un último mensaje, en el que recordó a los
historiadores de plaza pública que se debe tener amor por la crónica y la
identidad de los municipios y no necesariamente “al papelito” o al nombramiento
oficial. Los cronistas que dejen de serlo oficialmente en sus municipios, dijo,
siguen siendo reconocidos por la Asociación, por lo que los llamó a seguir
trabajando. Para concluir, el secretario de acuerdos del Ayuntamiento de
Tlajomulco, José Luis Padilla, leyó un acuerdo del Ayuntamiento en el que se
refrendan los juramentos que esta corporación hizo en 1824, de permanecer leal
a Jalisco. Estos juramentos fueron encontrados recientemente en el Archivo
Histórico de Tlajomulco y su contenido fue renovado por el actual Ayuntamiento.
Con este discurso fueron
clausurados los trabajos del XXVIII Congreso Anual de la Asociación de
Cronistas Municipales del Estado de Jalisco, pero la convivencia seguiría por
un rato más. El municipio de Tlajomulco ofreció a los cronistas una comida que
se sirvió en el corredor del que fuera el antiguo hospital del templo de la
Purísima Concepción, un sitio lleno de historias, cuyos vestigios se pueden encontrar
en cualquier rincón al que se ponga un poco de atención: aquí vemos una placa
con los nombres de los integrantes de la cofradía de la Purísima Concepción y
los cargos que ocuparon (tatita, topile, mayor mantopile, sipil), allá una
inscripción con la fecha de 1734, una escultura en piedra con una pátina de siglos…
no faltó quien ingresara al templo para maravillarse con su bien conservado
trabajo de dorado, con las ofrendas de caballitos que le dejan sus fieles a Santiago,
con la expresión de tristeza de un Cristo o, simplemente, con la antigüedad y
majestuosidad de la construcción.
Los cronistas convivimos todavía
un buen rato durante la comida, amenizada por los limonenses Gabriel y José María
Michel, quienes interpretaron aires populares mexicanos de los siglos XIX y XX,
con voces y acordeón. Por si faltara algo, desde El Limón llevaron una garrafa
de buen mezcal, que ayudó a entonar los ánimos.
En la comida estuvo también una
chirimía típica de Tlajomulco, que guarda algunas diferencias con la de Autlán:
el tambor es más grande que el que se usa en la Costa y se tañe de costado,
casi como una tambora, mientras que el instrumento de viento es mucho más
austero y un poco más pequeño. Sin embargo, el sonido es muy semejante al de
Autlán y también tocan música festiva, incluyendo canciones populares modernas.
Por casualidad, en la misa de 12:00 se celebró una boda, al término de la cual
una banda de música tocó algunos pasodobles a la salida del templo, alternándose
con la chirimía y provocando, por momentos, que los autlenses sintiéramos que
estábamos viviendo nuestras fiestas de Carnaval.
Además de los cronistas que ya
mencionamos, pudimos saludar, entre otros, a los de Etzatlán, Jocotepec,
Tuxcueca, Unión de Tula, Pihuamo, Tenamaxtlán, San Sebastián del Oeste y
algunos integrantes de los Consejos de la Crónica de Tlaquepaque y Tlajomulco,
así como al investigador Raúl Rivera Bernal.
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