Una imagen de la exposición de la doctora Paulina Machuca. |
El primer momento de la sesión
fue un mensaje de bienvenida a cargo del presidente de la BSGEEJ, Samuel Gómez
Luna Cortés, quien habló de una cultura compartida entre los países conectados
por la ruta del Galeón de Manila, que se conmemora a pesar de la mente cerrada
de algunas autoridades municipales. Al término de este discurso comenzó una
serie de ponencias, que comentamos enseguida:
La maestra Noemí Frías, de la
Federación de Cámaras de Comercio Filipino Americanas, expuso el trabajo
titulado Cavite, al que calificó como “un intento personal de preservar mi
historia”. En su exposición, realizada entre los idiomas español e inglés, hizo
un repaso por la historia y la geografía de la ciudad filipina de Cavite y de
las influencias culturales que obtuvo gracias a la Nao de China, en forma de
celebraciones religiosas, gastronomía y otros elementos. Entre los datos
novedosos que compartió están el hecho de que Cavite fue un lugar en el que
atracaron muchos de los galeones de la ruta, por ser sus aguas más profundas
que las de Manila; en ese lugar se construyeron varios galeones. Su patrona, la
virgen de Cavite, se llevaba a bendecir los galeones que se botaban. La maestra
Frías llamó a aclarar que Filipinas no estuvo bajo el dominio de España durante
333 años, sino únicamente a partir de que México se independizó de la metrópoli.
Antes de eso, Filipinas era gobernada desde la Nueva España, por lo que el
vínculo mayor del archipiélago era con el virreinato.
Enseguida la maestra Cleo Aquino,
también de la Federación de Cámaras de Comercio Filipino Americanas, presentó
el trabajo Construyendo nuestro futuro desde nuestra historia cultural:
lecciones del pasado para un mañana exitoso, que fue expuesto en voz del
señor Numeriano Bouffard, debido a que la autora tuvo ese día algunos problemas
de salud. La maestra Aquino hizo un llamado a aprovechar el pasado para dar
forma al éxito del mañana, tomando a la Historia como una brújula y al
patrimonio cultural como un recurso. La cultura, entendida como todo el sistema
de creencias, costumbres, idioma y otras expresiones colectivas, debe ser considerada
como un ser vivo que vincula a las generaciones pasadas y futuras, de ahí la
importancia de conservar en la memoria colectiva la historia del Galeón de
Manila y todos los elementos culturales que ayudó a compartir entre tres
continentes.
El maestro Marcelo Adano,
director del Museo Naval de Acapulco, hizo una exposición sobre cómo se aborda
en su institución a la figura del corsario, tratando de alejarla de los mitos y
leyendas que se han difundido a través de los medios de comunicación, en
especial, del cine. Elementos como la bandera o el barco piratas, por ejemplo,
no existían como objetos de uso generalizado, sino que cualquier barco podía
ser utilizado por corsarios. Hizo una relación extensa de algunos corsarios que
azotaron la costa del Pacífico novohispano y sus principales acciones: Dampier
y el rescate que hizo de un hombre abandonado en el archipiélago de Juan
Fernández, historia que inspiraría a Daniel Defoe para escribir su Robinson
Crusoe; George Anson y las instrucciones expresas que traía del rey Juan II
de hacer todo lo que causara daño a los intereses españoles; John Clipperton y
su descubrimiento de la Isla de la Pasión, escenario de la tragedia del capitán
Ramón Arnaud y su familia; los ataques de John Cavendish, entre otros.
La doctora Paulina Machuca,
investigadora titular de El Colegio de Michoacán, expuso el trabajo La
circulación de plantas de Nueva España a Filipinas. El caso del chile (Capsicum
spp), en el que ponderó la importancia de este alimento de origen americano
en la cocina filipina y mostró las dos principales rutas de llegada al
archipiélago, desde Brasil, por la ruta portuguesa y desde Nueva España por el
Galeón de Manila. En la primera parte de su exposición, además de lo que ya
mencionamos, la doctora Machuca compartió citas de frailes cronistas de los siglos
XVIII y XIX en los que se menciona al chile en las descripciones de las comidas
y costumbres de los filipinos: José María Delgado, en 1789, y Manuel Blanco, en
1837, lo mencionan como parte importante de la comida filipina y como remedio
contra heridas causadas por perros rabiosos, cayendo ambos en el error de
considerar a esta planta como natural de Filipinas. En la segunda parte de la
exposición, escuchamos sobre su uso en la gastronomía filipina, como condimento
en forma de salsas, con diversos ejemplos de platillos de distintas regiones de
ese país. La ponente concluyó diciendo que el chile es una de las plantas de
origen americano que mejor se adaptaron a Asia, donde se convirtió en un referente
gastronómico, de ahí la confusión de que se la considere nativa de Filipinas.
El doctor Edmundo Andrade Romo,
del Centro Universitario de la Costa, de la Universidad de Guadalajara,
presentó el trabajo Poesía hispano filipina: ¿literatura a bordo de la Nao
de China?, que comenzó explicando que la poesía y la novela son los
principales géneros que se han cultivado en el archipiélago. El primer libro
que se imprimió en ese país fue la Doctrina Christiana, en 1593, escrita
en español y en tagalo, pero la principal figura de las letras filipinas fue
Luis Rodríguez Varela, poeta y pionero naturalista y reformista, nacido en 1768
y cuyo Parnaso Filipino es considerada la primera obra literaria
inspirada en las islas Filipinas. El doctor Andrade propuso investigar qué
tanto los escritores novohispanos Bernardo de Balbuena, Juan Ruiz de Alarcón y
sor Juana Inés de la Cruz influyeron en Filipinas, puesto que, sostuvo, entre tantos
objetos y mercancías que se intercambiaron mediante el Galeón de Manila tuvo
que haber algún libro.
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