Foto de Maricela Páez. |
En su exposición, el cronista comenzó
explicando la etimología del nombre de Chiquihuitlán, compuesto de las raíces
nahuas chiqihuitl, que significa cesta o canasta, y -tlan, una
partícula que denota lugar en o entre. Para continuar con las definiciones, mencionó
datos duros de la ubicación y las figuras jurídicas de agencia municipal, comunidad
indígena y ejido que confluyen en este lugar, ubicado en el extremo poniente
del valle de Autlán y que cuenta con casi 14,000 hectáreas de territorio, casi
todo montañoso.
El ponente mostró enseguida
algunos ejemplos de vestigios arqueológicos que se encuentran en Chiquihuitlán:
figuras de barro complejas, que presentan técnicas como ojo inciso y
aplicaciones en pastillaje, que los comuneros han encontrado en sus tierras de
cultivo, pero también piedras con petrograbados que ya han sido estudiadas por
arqueólogos y, en el caso de una de ellas, ha sido tema de un artículo
publicado en la revista especializada Cuadernos de arte prehistórico. Las
menciones de Chiquihuitlán en documentos históricos también fueron abordados en
este trabajo: la venta de tierras en el sitio denominado Pectidam, “hasta
las faldas y lomas que llaman Chyquihuitlán, cuyas cumbres miran puestas en lo
alto al valle de Puchimilco”, del indígena Francisco Melchor al español Antonio
de Aguayo; una descripción de la parroquia de Autlán en 1777 y las primeras
estadísticas levantadas en el naciente Estado de Jalisco en 1825, donde se
menciona a Chiquihuitlán como un rancho perteneciente al departamento de Autlán,
donde se produce maíz y frijol.
En el ámbito de la economía
se mencionan la recolección y venta de pitayas, que constituye el principal
ingreso para las familias chiquihuitlecas, y otros negocios que ya van en vías
de desaparecer, como la elaboración de productos de palma y de carbón. También se
explicaron sus fiestas religiosas, la más importante de las cuales es la visita
de la virgen de Ixtlahuacán de Santiago, en agosto de cada año, una tradición
que podría tener más de 150 años y que implica una organización comunal, fiesta
y peregrinaciones. En este punto, se explicó la existencia de danzas de
conquista para estas peregrinaciones, que reproducían los comuneros de Chiquihuitlán
pero que habrían desaparecido a mediados del siglo XX.
Un punto importante en la
descripción de Chiquihuitlán es el que tiene que ver con la conservación
ambiental: esta comunidad participa con mil hectáreas en el programa Fondo Patrimonial de
Biodiversidad, en el que se comprometen a conservar sus recursos naturales. Esto
es importante dados los servicios ambientales que Chiquihuitlán presta a la
ciudad de Autlán, el más importante de los cuales es el abasto de agua: en sus
terrenos se filtra el agua de lluvia a los mantos freáticos, de donde los
autlenses nos surtimos de agua potable.
La exposición concluyó con una relación de las manifestaciones
culturales modernas: la Real Feria de la Pitaya, con festejos taurinos y
bailes, y la importancia de las pitayas en la identidad de este lugar. Este fruto
y el arroyo El Coajinque son, además, elementos importantes en la identidad
autlense.
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