El espectáculo lleva el título México
y Japón: hermandad y consistió en nueve números ejecutados por bailarines de
ambas nacionalidades. Antes de iniciar cada número una voz en off daba
una explicación de su significado y origen y, durante su desarrollo, se
proyectaban imágenes en la pantalla del fondo del escenario para ilustrar mejor
el ambiente de la historia que se está narrando en una combinación de danza y teatro.
El primer número fue Ave Fénix,
con música lograda con instrumentos tradicionales japoneses y occidentales
modernos, como guitarra eléctrica y batería. Seis bailarinas ejecutan evoluciones
en el escenario, con la música solo como fondo, representando escenas
cotidianas.
Enseguida el ballet representó Hanagatami,
una danza teatral basada en una antigua leyenda japonesa en la que una mujer
pierde la razón luego de la separación de su amado. Esta pieza se ejecutó con
música tradicional japonesa.
El drama noh de las hermanas Matsukaze
y Murasame fue el tercer número de la velada, en el que se narra una leyenda japonesa
de dos hermanas que se enamoran de un príncipe. También se realizó con música tradicional
del Japón.
La danza del león, de claro
origen chino, fue el siguiente número. Ejecutado por dos jóvenes bailarines, consiste
en la representación de un monstruo con cabeza de león, a la manera de los
dragones que se pueden ver en algunas festividades chinas en Asia y América.
Con el título Verde de la
naturaleza, el quinto número del espectáculo retrata a las princesas
protectoras de la naturaleza en la mitología japonesa.
Sakura, nombre de la flor
del cerezo, fue el título del sexto número, el último netamente japonés. Es una
celebración del renacimiento de la vida al terminar el invierno.
Enseguida, las fusiones con
elementos mexicanos: Monte Fuji, un bolero cantado por un trío en
español, con coros femeninos en japonés, en el que se canta a la icónica
montaña japonesa y a la relación cultural entre Japón y México. La música guio las
evoluciones de las bailarinas, cuyos atuendos y pasos eran netamente japoneses.
Esta tendencia siguió con la
última presentación de la noche: Cielito lindo, cantado en español y en
japonés, sirvió de base para la ejecución de bailes de tradición japonesa. Las imágenes
que se proyectaron en esta pieza fueron las de un video promocional de Autlán.
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