El domingo antepasado concluyó la cuarta edición del festival de las artes Nocheztli y la opinión de los habitantes de la región, sean o no asiduos asistentes al festival, se ha hecho escuchar con fuerza en la calle y, sobre todo, en las redes sociales; ese canal que le ha dado voz a todo el que la quiera usar. Las opiniones, casi invariablemente, son negativas.
Pero este sentido negativo no es atribuible solamente al “enojo social” (conceptillo echado a andar hace poco por la clase política mexicana), ni a una predisposición debida a la infausta noticia del exiguo presupuesto con que contarían los organizadores para sacar adelante este festival. No. Los organizadores dieron sobrados motivos para que las voces y los teclados hirvieran en las últimas dos semanas en denostaciones hacia lo que ocurría en la cancha de futbol de la Unidad Chapultepec.
Un programa plagado de bandas de covers, que habían estado prácticamente ausentes en las primeras ediciones del festival (que se ha anunciado desde siempre como “de las artes”, no necesariamente “del espectáculo”), así como de grupos desconocidos y (todavía) sin calidad para presentarse en un escenario del tipo que aún tiene Nocheztli, fueron algunos de los elementos más criticados, aunque lo más grave vendría con el incumplimiento en los horarios establecidos en el programa y, el colmo, un grupo de músicos haciendo playback para acompañar a una cantante que venía preparada para cantar con pistas.
Tremendas faltas de respeto para el público que, por otro lado, no mostró la misma pasión e interés frente al escenario principal que la que mostró en las redes sociales: a excepción del martes y el domingo (y un poco menos el sábado), las entradas fueron tan raquíticas que los conciertos bien pudieron haberse realizado en el patio de mi casa (de INFONAVIT).
Aspectos todos: la programación, la logística y el estudio de las razones de la ausencia del público, que el Ayuntamiento (bien asesorado por gente con experiencia, de la que en Autlán y la región existen algunos que creo estarían dispuestos a colaborar), debe estudiar a fondo y desde ya, para no repetir estos errores en la próxima edición del festival, que espero que sea en 2017. Porque, de contratar una empresa como Lab3 para que se encargue de la organización, ni hablemos: el recorte de alrededor de 30 por ciento para Cultura que se contempla en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año no deja espacio para soñar con algo así.
Pero no todo estuvo mal: además del simple hecho de que el festival pudiera organizarse con un programa y unas condiciones que superan por mucho un costo de 128 mil pesos, hubo momentos que demuestran que conservar vivo al festival Nocheztli no es solo factible, sino necesario: las cinco mil gargantas entonando Dormir soñando, la actuación y la propuesta de las bandas locales: Los OlviZarros, Peonía y Calkutta bitch y lo que mostraron las bandas estelares de los primeros cuatro días son buenos ejemplos.
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