De izquierda a derecha: Fausto Nava, Silvestre Díaz y Jorge Luis Godínez. |
Al mediodía de este sábado 17 de agosto se llevó a cabo en el salón de usos múltiples del Museo Regional, dentro del programa del festival Áurea Corona, un panel sobre la vida y la obra del compositor autlense Hermilio Hernández en el que participaron Fausto Nava González, Silvestre K´anil Díaz Landeros y Jorge Luis Godínez. Con la asistencia de unas 30 personas, el panel inició a las 12:35 horas.
Cada uno de los panelistas tuvo una intervención de alrededor de 10 minutos, en la que compartió algunos comentarios sobre Hermilio Hernández y, además, el maestro Godínez interpretó al piano las seis partes de la suite para piano compuesta por el autlense, intercaladas entre las mencionadas intervenciones.
Fausto Nava recordó lo que su papá le contaba sobre don Eufrosino Hernández, padre de Hermilio, y sus recitales en el órgano de la parroquia del Divino Salvador. El profesor Nava y Hermilio coincidieron en la Escuela de Música Sacra de Guadalajara, por lo que pudo conocerlo de cerca: lo describió como "un hombre amable, sencillo, afable, muy estudioso y poco deportista", a excepción de algunas partidas de ping pong. Para ejemplificar su sencillez y humildad nos dijo que el maestrro Hermilio durmió mucho tiempo en su catre del dormitorio general de la escuela, aún después de haber ganado el Premio Jalisco en 1953. Por cierto, su obra Cantata Adviento, con la que ganó este premio, es una muestra de la religiosidad de don Hermilio, que puede percibirse también en buena parte del resto de su obra. Para terminar narró la anécdota de la ocasión en que se cantaba una misa en la Catedral de Guadalajara, con don Hermilio como organista, cuando sobrevino un descenso en el voltaje de la energía eléctrica y la consiguiente variación en el tono del órgano, lo que don Hermilio solucionó inmediatamente y sobre la marcha modificando el tono del órgano manualmente para adecuarlo a la nueva circunstancia. Cuando, momentos después, se regularizó el voltaje, don Hermilio repitió la maniobra en sentido inverso. Los feligreses no se dieron cuenta del cambio. Para cerrar, el profesor Nava dijo que don Hermilio fue "un ejemplo de hombre completo de ciencia y sabiduría".
Por su parte Silvestre Díaz recordó sus primeros contactos con la obra de Hermilio Hernández, debidos al profesor Jaime Gabino Gómez, quien le habló del también llamado "el Bach mexicano". Comentó que la obra de Hernández no es fortuita sino producto de su formación académica y de las experiencias estéticas con la música que pudo tener desde niño. Don Hermilio, dijo, tuvo la oportunidad de aprender de grandes maestros y pudo crear un lenguaje musical propio, llegando a ser uno de los organistas que han dejado obra importante, como también lo hicieron Frescobaldi y Bach. Sin embargo, fue siempre respetuoso de las formas musicales clásicas, de las que decía que había que aprender y entender perfectamente antes de tratar de innovar. Luego de citar un texto de Juan Real Ledesma en el que se refiere a la necesidad a difundir la obra de Hermilio Hernández, narró la anécdota referida por Rodrigo Ruy Arias en la que, al estar leyendo una partitura de Gustav Mahler se quedó viendo fijamente una nota y le dijo: "Mira, es una estrella". Silvestre cerró su intervención reflexionando sobre que la música debe reflejar el contexto histórico en el que fue creada y eso ocurre con la obra de Hermilio Hernández.
Jorge Luis Godínez al piano. |
Por último Jorge Luis Godínez narró cómo desde muy joven, en su natal Ocotlán, tenia el sueño de estudiar con el maestro Hermilio Hernández, quien fue "el ídolo" de otro gran maestro, el ocotlense Wilfrido Íñiguez. Logró estudiar con él en la Escuela de Música Sacra, aunque tuvo que esperar a llegar a los niveles mayores de la currícula para que le diera clase. Sin embargo, esto resultó benéfico porque, hacia 1998, la cátedra de composición de esa escuela pasó a depender de don Hermilio Hernández, luego de alrededor de 50 años en que estuvo a cargo de Domingo Lobato, tocando a Jorge Luis este cambio. En este nivel de estudios, dijo, don Hermilio era muy exigente, aunque también muy accesible: a cualquier composición que le presentaban sus alumnos le podía hacer todo tipo de correcciones, aunque era capaz de sacarle partido aún a lo más sencillo que le presentaran: contó cómo a una composición muy breve que le mostró Jorge Luis al maestro Hermilio éste la convirtió en una improvisación de quince minutos. Don Hermilio, dijo, les hizo entender la necesidad de encontrar su propio estilo respetando las formas musicales. Jorge Luis cerró su participación tocando dos piezas breves compuestas por él mientras fue alumno de don Hermilio.
Al final se abrió un espacio para comentarios del público, buena parte de los cuales trataron sobre la necesidad de difundir la obra de Hermilio Hernández. El pianista Joel Juan Qui, quien se encontraba presente y también fue alumno de don Hermilio, narró cómo en la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara el maestro pudo ser un poco más relajado, dando espacio a un poco de sarcasmo. También reveló, entre otras cosas, que Hermilio Hernández fue un gran aficionado al jazz, del que tenía una gran colección de discos. Coincidió con los panelistas en resaltar su humildad y genio musical.
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