La obra es una adaptación libre del
cuento El Cascanueces y el rey de los ratones, de Ernst Hoffmann, cuyo
argumento es representado mediante técnicas de ballet clásico, danza
contemporánea, teatro y artes circenses, especialmente las relacionadas con el
trapecio y otros espectáculos aéreos. De esta manera se muestran ante el público
las escenas del regalo del Cascanueces a Clara por su tío, la batalla contra
los ratones y el viaje posterior, con los encuentros con el Hada del Azúcar y
las visitas a Rusia, China y España, cada una con su propia música y con una representación
que remite a la cultura de cada país, incluyendo el vestuario y la
caracterización de los personajes.
Cada escena es ejecutada con
mucha precisión y elegancia, arrancando en distintos momentos los aplausos
espontáneos de distintos sectores del público. Los pasajes circenses fueron
ejecutados en un tripié de unos seis metros de altura, instalado sobre el escenario,
del que colgaban las cuerdas y otros elementos que permiten a los artistas
elevarse y realizar sus evoluciones. Fueron éstas, sin duda, las más aplaudidas
por los asistentes, debido en parte a la dosis de peligro que entrañaba su
ejecución, pero también a la limpieza y aparente facilidad con que eran
realizadas.
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