Desde minutos antes de que
comenzara la presentación se reprodujo en el equipo de sonido del recinto una
grabación, realizada en Guadalajara en 1960, del Orfeón de la CROC, que fue
dirigido por el profesor Francisco Espinosa Sánchez, quien también fuera
director del Orfeón Proa. Esta música serviría como una muestra de cómo pudo haber
sonado el Orfeón Proa, ante la falta de una grabación de este grupo autlense.
Luego de un mensaje de bienvenida
por la directora del Palacio del Arte, profesora Armida Briseida Maldonado
Rubio, el profesor Carlos Efrén Rangel hizo algunos comentarios sobre el libro
y sobre la historia del orfeón, a la que calificó como una de las más bizarras
y más bonitas que hay en Autlán. De ella extrajo tres historias paralelas, incluidas
en la historia general del orfeón: primero, la historia del profesor Francisco
Espinosa Sánchez, fundador y director del orfeón, quien estaba encargado de la
administración municipal pero también era músico de formación, de donde extrajo
la reflexión de la complementariedad de las actividades que una persona puede
realizar y que en las escuelas se debería propiciar la formación de personas
más completas, capaces de conjugar actividades científicas, manuales y artísticas.
La segunda historia que resaltó
Carlos Efrén fue la vida cultural en Autlán a mediados del siglo XX, muy intensa
y autogestiva, en la que convivían manifestaciones de la alta cultura con la
música popular, en la que había público para todas ellas. La tercera historia
fue la gira por la ciudad de México del Orfeón Proa, de la que entresacó la
solidaridad entre los autlenses radicados en Autlán y en México para que fuera
posible la gira, consiguiendo los recursos para el viaje y los escenarios donde
el orfeón se presentaría. Carlos cerró su intervención con una reflexión sobre
la utilidad del rescate de historias del pasado: pueden ser inspiración para
formar ciudadanos con amplitud de intereses y ambiciones, pero también para
buscar la autogestión en materia de cultura, llevando las manifestaciones culturales
a los jóvenes. También comentó sobre la necesidad de realizar tareas
aparentemente sencillas (“hacer kermeses y vender tamales”) para lograr
objetivos altos, como lo fue la gira por la ciudad de México.
El siguiente turno en el uso de
la voz fue para el autor del libro, quien compartió la forma en que la historia
del orfeón llegó a su vida. Explicó que uno de sus tíos por línea materna,
Anastasio Vázquez Gómez, fue integrante del orfeón en su adolescencia y las
referencias a este grupo y su gira por la ciudad de México estuvieron siempre
presentes, “como un eco”, en las pláticas familiares, aunque sin profundizar en
la historia completa del grupo. Dijo que en el año 2017, mientras buscaba otra
información, se topó en el Archivo Histórico Municipal con una carpeta de
documentos relacionados con el orfeón, entre los que hay cartas que se intercambiaron
el profesor Espinosa y personajes como Moisés Alatorre o Hernán de Sandozequi,
oficios de invitación para que el orfeón se presentara en diversos municipios
de Jalisco, entre otros. Este hallazgo lo impulsó a investigar la historia del
orfeón, para lo que buscó a algunas de las sobrevivientes del grupo, a quienes
entrevistó en casa de la señora Bertha Orozco, además de indagar en periódicos
y revistas de la época.
Guillermo Tovar dio también un
repaso por la historia del orfeón, que duró apenas tres años, desde su debut en
el Teatro Mutualista en septiembre de 1950 hasta su último concierto, que tuvo
lugar en el Teatro Degollado en diciembre de 1953. Explicó el origen y características
de la personalidad del profesor Espinosa, su interés por la difusión cultural y
la huella que dejó en Autlán, pueblo con el que nunca perdió el vínculo. Sobre el
orfeón, dijo que materializó el lugar común que dice que alguien o algo puso en
alto el nombre de Autlán: explicó que, gracias a las actuaciones de este grupo,
cronistas y críticos de Guadalajara y de México hablaron bien no solo de los
cantantes sino de Autlán.
Los comentarios fueron
enriquecidos por comentarios de los asistentes. El maestro Pedro Rosas compartió
recuerdos de cuando fue integrante, durante su adolescencia, del Orfeón Proa;
el profesor Manuel López Morales recordó sus investigaciones sobre la letra de
la marcha Viva Autlán y otros asistentes hicieron preguntas y comentarios sobre
la historia del orfeón.
El Orfeón Proa fue fundado y dirigido
por Francisco Espinosa Sánchez, a quien el Congreso del Estado envió a Autlán a
encargarse de la administración municipal, luego de que fueran declaradas nulas
las elecciones celebradas en 1948. Este personaje dedicó sus tiempos libres en
Autlán a promover actividades culturales, entre las que estuvo el ensayo y la
preparación de las voces del Orfeón Proa, que estuvo integrado por personas de
todas las edades y clases sociales de Autlán y que llegó a presentarse, gracias
a los contactos con que contaba el profesor Espinosa, en los mejores escenarios
de Jalisco y de México. De la historia de este grupo y de su director es de lo
que trata el libro Un pueblo que canta. Historia del Orfeón Proa.
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