Se trata de la primera exposición
de este tipo que se presenta en el Museo y quizás en cualquier recinto de
Autlán. Está compuesta por 26 piezas logradas a partir de la intervención de cráneos
de bovinos, mediante la aplicación de pintura acrílica o en aerosol y el añadido de materiales tan diversos como pedrería, chaquira, flores, follajes
y otros. Por lo que pudimos observar, cada cráneo es “fondeado” con un color
básico y, sobre ese fondo se termina la obra con dibujos o aplicaciones; en
cada pieza el sentido es distinto: hay diseños de mandalas, de
atrapasueños, figuras que recuerdan al arte indígena norteamericano y hasta
coronas de flores.
Hay otras piezas que no están
basadas en un cráneo: encontramos un rin de bicicleta pintado y con flores y
algunas obras textiles. La autora de la obra explicó que desde su infancia ha
tenido contacto con animales de granja, debido a la ocupación de su padre, y
desde entonces tuvo interés por recoger, observar y trabajar con los restos óseos
de estos animales, lo que le costó no pocos regaños de su mamá. Sin embargo,
con el tiempo aprendió a tratarlos y a darles una nueva vida.
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