El maestro Enrique Flórez. |
La presentación comenzó con un
largo preámbulo con mensajes de bienvenida al Festival, por parte de
representantes de algunas de las instituciones que intervienen en su
organización: Agustín Godoy Pelayo, promotor del Festival; Adriana Ruiz Razura,
presidente de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de
Jalisco; Jorge Souza Jauffred, presidente de la corresponsalía Guadalajara del
Seminario de Cultura Mexicana; Orlando Israel Ramírez Ramírez, jefe de Arte y
Cultura del Ayuntamiento de Autlán, y Fausto Nava González, coordinador del
Capítulo Costa Sur de la BSGEEJ.
Enseguida comenzó la plática del
maestro Flórez, quien hizo una semblanza de Agustín Corona Luna, uno de sus
primeros maestros de música, pero también nos dejó profundas reflexiones sobre
el aprendizaje, el arte y la vida. Del maestro Corona dijo que fue su segundo
padre, puesto que lo crio desde niño al quedar huérfano. Viviendo en su misma
casa tuvo contacto con la música desde muy temprano en su vida, pero no
solamente mediante el sentido del oído sino también mediante la vista y el
tacto, al tener disponibles instrumentos musicales, partituras y otros
elementos de esta arte. En esa misma casa había pintura, escultura y otras
artes plásticas gracias a que la señora Esperanza Flores, esposa del maestro
Agustín, las cultivaba.
Agustín Corona Luna le enseñó
música con método, pero no solo eso: le enseñó a observar la naturaleza desde
el punto de vista científico. El maestro Flórez narró cómo Agustín Corona
construyó un reloj de sol con un panel de madera, que ambos instalaron en la
azotea de su casa, desde donde observaban también las constelaciones. Enrique
Flórez habló en este momento de un criterio renacentista, refiriéndose a la
amplitud de intereses y de capacidades que el hombre puede desarrollar.
Como compositor, dijo que Agustín
Corona Luna tuvo la gracia de traernos el mundo del porfiriato con su obra. Fue
en esa época cuando el maestro Corona aprendió a escuchar e interpretar música,
todavía viviendo en Autlán, y en sus composiciones posteriores tomó algunos
elementos de esas corrientes musicales aunque con un mayor grado de
sofisticación. Respecto a las clases de música que tomó con él, dijo que de no
haber estudiado “las técnicas tan duras” de Corona Luna no habría podido
acceder a los grandes maestros de guitarra con los que aprendió en Europa, como
Andrés Segovia y Narciso Yepes. Corona Luna le dio, entonces, los fundamentos
para lograr aprender de los mayores maestros de guitarra de su época y poder
alcanzar el virtuosismo.
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