Güicho Santana. |
Este miércoles 27 de febrero a partir de las
19:20 horas, con la asistencia de unas 15 personas, se llevó a cabo en el patio
central del Museo Regional la segunda sesión de las Conversaciones sobre Autlán
organizadas por el cronista municipal de Autlán. Esta vez el título de la
conversación fue Charlas y remembranzas
taurinas, a cargo del señor José Luis Santana Cobián y del ex matador de
toros Alfonso Hernández, el Algabeño.
Fue don Güicho
Santana, aficionado taurino de muchos años, apoderado del matador Jorge
Maravilla, integrante del comité de la plaza Alberto Balderas, entre otras
actividades, quien abrió la conversación, compartiendo algunas anécdotas que
vivió mientras desempeñó trabajos relacionados con la tauromaquia: nos contó
sobre María Cobián, la primera torera surgida de la región (originaria del
municipio de Juchitlán), y sobre lo que le tocó padecer en sus visitas a
diferentes ganaderías: fríos, hambre y más situaciones derivadas de la
proverbial tacañería de los ganaderos, poco acostumbrados a desprenderse de los
recursos que consideran necesarios para alimentar a su familia. A estas
ganaderías acudió para comprar ganado que se lidiaría en Autlán.
Don Güicho
recordó también la redacción del reglamento para las corridas de toros en
Autlán, hecha en 1985 por la peña taurina de Autlán y que se encuentra vigente
y prácticamente sin modificación alguna. Aunque su redacción fue realizada en
1985, con la colaboración de la Benemérita Sociedad Mutualista de Empleados,
Obreros y Artesanos, fue hasta la administración municipal encabezada por
Francisco Julián Íñiguez (1992-1994) la que publicó y puso en vigor este
reglamento.
A sus anécdotas el señor Santana acompañó con
reflexiones sobre la actualidad de la fiesta brava en Autlán: criticó la falta
de respeto del público a quienes están en el ruedo con gritos y lanzando
objetos, aunque reconoció que esta situación ha mejorado con respecto a décadas
anteriores, cuando los picadores eran agredidos incluso con botellas. Dijo que
él grita en la plaza solo para decir olé, cuando no le gusta alguna faena
simplemente lo registra en los apuntes que toma de cada festejo al que asiste.
Mencionó también que la tauromaquia es una
fiesta de vida y muerte, a donde el toro va también a matar; recordó en este
momento a los señores Pancho Villafaña y Ramón Mariscal, trabajadores de la
plaza Alberto Balderas que fallecieron en cumplimiento de su deber, atacados
por toros. Por último, opinó que es una lástima que la plaza de toros se maneje
políticamente y se ponga a manejarla, en lugar de a un taurino, a alguien que
solo quiere aparecer en la foto.
A pregunta expresa del público dijo que al torero
de a pie que mejor ha visto en Autlán es Enrique Ponce, mientras que de los de
a caballo ha sido Pablo Hermoso de Mendoza.
Güicho Santana y el Algabeño. |
En la segunda parte de la sesión el ex matador
Alfonso Hernández el Algabeño dio una
plática sobre la época romántica del toreo, que le tocó vivir de lleno: comenzó
su carrera en 1972 como chonero, una clase de torero que se presentaba en
plazas de rancherías y toreaba ganado cebú, para ganarse apenas unos pesos para
comer. Dijo que hizo temporadas por nuestra región desde esa época, en Autlán,
El Grullo, Casimiro Castillo, Cuautitlán y Purificación, lugar donde conoció a
la única mujer que amó. Ahí toreó, actuando como sobresaliente, un cebú frente
al matador Curro Rivera, haciéndole
la suerte del milagro, que propició
que lo sacaran de la plaza La Morena en hombros. El mismo Curro le daría la alternativa años después y le expresó que fue la
alternativa que con mayor orgullo había dado. El Algabeño llamó a los taurinos a luchar por recuperar la parte
romántica del toreo y a propiciar las condiciones para que los jóvenes puedan
mostrarse ante el público.
En la plática con los presentes se criticó de
forma unánime la escasez de festejos dirigidos a los niños y en los que los
alumnos de la Escuela Taurina de Autlán puedan presentarse ante su propio
público. También se habló sobre la falta de información para que puedan
ilustrarse sobre tauromaquia quienes quieran hacerlo.
Al final el
Algabeño cantó algunas canciones, acompañado por su guitarra y con una muy
apreciable voz. Con esto terminó una velada taurina enriquecedora y útil para
el conocimiento de uno de los aspectos de nuestra identidad.
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