Texto leído por el cronista Guillermo Tovar Vázquez en la ceremonia de conmemoración del aniversario 204 de la consumación de la Independencia en Autlán.
El 27 de septiembre tiene
el carácter de una fecha menor en las celebraciones patrias, en la mayoría de
las poblaciones mexicanas. Mientras se pone un gran énfasis en la noche del 15
de septiembre, cuando ocurren las ceremonias más solemnes y se vive el ambiente
de mayor regocijo, aunque la fecha no tenga relevancia en la historia de la
guerra de Independencia, poco se recuerda el aniversario de la consumación de
los esfuerzos de los personajes cuyos nombres se mencionan en la ceremonia del
Grito.
El 27 de septiembre de
1821, once años y once días después de que Miguel Hidalgo arengara a la
feligresía del pueblo de Dolores e iniciara de esta forma la insurrección que
años después se conocería como Guerra de Independencia, entró a la Ciudad de
México el llamado Ejército Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide,
culminando con este acto simbólico un largo periodo de guerra civil. Agustín de
Iturbide era, apenas unos meses antes de este momento, un militar de alto rango
en el ejército realista, dedicado durante años al combate de la insurgencia.
Sin embargo, desde la segunda mitad del año 1820 se dieron algunas
circunstancias que, según el historiador Jaime Olveda, propiciaron las
condiciones para lograr que la Nueva España se convirtiera en un país
independiente.
En primer lugar, en 1821 la
economía del virreinato se encontraba en ruinas, luego de más de una década de
guerra civil, con el consecuente costo en vidas humanas y en la afectación a la
producción en el campo y en las minas. En las filas realistas, además, había
una creciente desmoralización debida, en parte, a esta misma crisis económica,
que se reflejaba en la falta del pago de salarios y de ascensos entre la
oficialidad. En este contexto, era posible el contagio del repudio al régimen
entre los elementos realistas, por parte de soldados insurgentes indultados.
Además, había un elemento
que no estaba presente en los intentos autonomistas de 1808 y de 1810: si
entonces había una resistencia a la idea de la autonomía del reino y existía una
fuerte lealtad al monarca, por lo menos entre un sector de la sociedad
novohispana, para 1821 la imagen de Fernando VII y de la Corona en general
había cambiado, afectada por su posición frente a los invasores franceses y por
la promulgación de la Constitución de Cádiz. De hecho, para evitar los efectos
del cumplimiento de esta Constitución de avanzada, fue que comenzaron a surgir
conspiraciones, entre agosto y septiembre de 1820, para analizar la
conveniencia de apoyar al movimiento insurgente.
Agustín de Iturbide fue
de los líderes que mejor leyeron la situación en el virreinato en estos años.
Entendió que era necesario terminar la guerra y conseguir la independencia de
forma pacífica, por lo que propuso al principal jefe insurgente, Vicente
Guerrero, la proclamación de un plan de independencia, el 4 de febrero de 1821,
y proclamó él mismo el Plan de Iguala el día 24 siguiente, en el que retoma
ideas de los grupos insurgentes y realistas, ocasionando que hubiera en este
documento contradicciones que el mismo Iturbide reconocería. Fue, sin embargo,
a partir de este plan que se alcanza la independencia de nuestro país, a partir
de una negociación que fue posible gracias a las circunstancias que propició el
movimiento armado que comenzó en 1810.
La figura de Agustín de
Iturbide y, con ella, la fecha del 27 de septiembre, no han dejado de ser
controversiales a lo largo de nuestra historia, quedando dentro de la
polarización de las ideas que ha caracterizado a nuestra escena política. Un
ejemplo de los vaivenes en que se han visto envueltos lo podemos ver en nuestra
comunidad: las calles que hoy se llaman Reforma y Constitución llevaron el
nombre, a finales del siglo XIX, de Iguala e Iturbide, respectivamente, aunque
tiempo después el nombre de Iturbide se le impondría a la calle que hoy se
llama General Anaya y a uno de los portales del centro de Autlán. Luego, en
1921, los autlenses celebraron el centenario de la consumación de la
Independencia con toda solemnidad, realizando desfiles, una ceremonia de jura
de la Bandera, actos cívicos y la imposición del nombre de 27 de Septiembre a
la calle que hoy se llama Venustiano Carranza. Sin embargo, en sesión de
Cabildo del 26 de septiembre de 1927, en el contexto de la Guerra Cristera y la
consiguiente exacerbación de la polarización del ambiente político, el
presidente municipal Víctor R. Hurtado propuso que el portal Iturbide se
llamara a partir de entonces Vicente Guerrero y que a la calle que llevaba
también el nombre de Iturbide se le impusiera el nombre de algún héroe,
aprobándose días después que se llamara General Anaya. Es decir, se trataba de
eliminar de donde estuviera, el recuerdo público de Agustín de Iturbide, a
quien se asociaba con la monarquía y con la iglesia.
Para concluir, sugiero que nos esforcemos por tener una visión más amplia de nuestra historia nacional, que nos permita tener una idea más clara de los procesos por los que se ha ido forjando nuestra sociedad y que abandonemos la polarización y la falta de entendimiento entre nosotros mismos. Recordemos que la independencia se consiguió gracias a que los bandos beligerantes se decidieron a negociar.
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