El grupo presentó cinco estampas
de bailes folclóricos de diversas regiones de México, utilizando una pista
musical y aprovechando la pantalla del fondo del escenario para exhibir ahí escenas
que complementaran cada una de las estampas. En la velada participó también el
grupo Hilos de Plata, integrado por siete bailarines ancianos que interpretaron
algunas de las estampas.
La primera estampa fue la del Estado
de Puebla, quizás la más vistosa de todas gracias a la pieza Quetzales, en la
que los bailarines recuerdan la majestuosidad y los movimientos de esta ave
mesoamericana. Luego de esta pieza y de Espuelas de Amozoc vinieron Chinas
mexicanas y Chinacos, estas últimas a cargo del grupo Hilos de Plata.
La estampa de Jalisco Ranchero
fue la segunda en el programa, integrada por los sones El pasacalles, El
autlense y El caporal, en los que los bailarines utilizaron trajes campiranos
de faena, utilizando como fondo una fotografía de las ruinas de una hacienda.
El grupo Hilos de Plata se hizo
cargo, por completo, de la estampa de la Costa de Nayarit. Con música de banda
sinaloense, estos entusiastas bailarines interpretaron Mi lindo Nayarit, De Mazatlán
a Acaponeta y El toro mambo, que no dejó de traer recuerdos del Carnaval de
Autlán.
La estampa Jalisco Contemporáneo
fue la que más duró, con un total de siete piezas, entre sones tradicionales y
canciones modernas. Comenzó con el conocidísimo son de La negra, para continuar
con Las alazanas, El jalisciense, El nuevo jarabe jalisciense, El maracumbé, El
perico loro y Los machetes, en los que fueron alternando con el grupo Hilos de
Plata. Aquí la iconografía fue mucho más cercana al estereotipo de lo
jalisciense: trajes de charro en los bailarines, una fotografía de un campo de
agave como fondo y el arranque con La negra, una de las piezas musicales más
reconocidas de la música popular mexicana.
Una parte del público creímos que
con la estampa jalisciense rubricaría su presentación el ballet Aotlitlán, como
es costumbre en los grupos folclóricos de la región. Sin embargo, todavía
faltaba el plato fuere de la noche: al ritmo del Huapango de José Pablo Moncayo
la totalidad de los bailarines interpretaron la estampa que llamaron Retablo Mexicano,
un recorrido por cuadros dancísticos folclóricos de distintos lugares del país:
comienza con danzas de tipo prehispánico, incluida la representación de un
combate a macuahuitl, para continuar con piezas de Nuevo León, el Sureste,
Jalisco y otros lugares de México.
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