En el breve espacio de dos cuadras la calle de Ignacio Aldama conecta dos de los barrios más tradicionales de Autlán y nos lleva de una zona netamente comercial y sumamente transitada a otra habitacional y tranquila. Nos muestra además, debidamente modernizados, algunos de los elementos urbanísticos característicos de nuestro pueblo.
Arranque de Ignacio Aldama hacia el oriente. |
La calle de Aldama arranca en un irregular cruce con la calle de Antonio Borbón. Digo irregular porque Borbón hace una bocacalle en Aldama para reanudar, unos metros más al oriente, su camino hacia la sierra de Cacoma. Es en este cruce, en que la calle de Encarnación Rosas se convierte en Ignacio Aldama, donde se asienta uno de los centros comerciales (no en el sentido de mall sino en el menos glamoroso de lugar donde se efectúan operaciones comerciales) más tradicionales de Autlán: solo sobre la calle de Aldama hay siete negocios diferentes, entre ellos una bien surtida tienda de abarrotes, una florería, una lonchería y otros. El jardín de Las Montañas, cuyo lado sur forma parte del arranque de la calle de Aldama, es el punto de reunión de los habitantes de las poblaciones del norte del municipio que vienen a comprar "el mandado" en estos negocios o en otros ubicados más al centro. Estos viajes a Autlán para surtir la despensa son una costumbre de décadas; a mediados del siglo XX se hacían a caballo (ahora en camionetas pick up) y los practicaban los residentes de todos los pueblos de los alrededores.
El lugar que describimos se puede decir que está justo en el corazón del barrio de Las Montañas, el más antiguo de Autlán.
Una vista de la acera del jardín Atanasio Monroy o de Las Montañas. |
Algunos de los negocios del barrio. |
Abandonamos este lugar y caminamos hacia el oriente para encontrar, en la acera norte, la entrada de ambulancias del hospital de Las Montañas, espacio dedicado a esta actividad desde los primeros años del Virreinato. Hacia el sur podemos ver la secundaria Autlán, antiguamente llamada secundaria Morelos, una de las que cuentan con mejor prestigio en el municipio.
Al avanzar hallamos, sobre la primera cuadra de esta calle, casas construidas según la tradición regional, con techos de teja, muros gruesos y de adobe y ventanas amplias. Casi ninguna cuenta con cochera, el único espacio para los automóviles es el estacionamiento del edificio de departamentos que se encuentra al lado de la secundaria y otro, brevísimo, de la finca que originalmente fue una placita comercial, llamada La Doña, y que luego fue arrendada por el Ayuntamiento de Cihuatlán para poner a funcionar ahí la casa del estudiante de ese municipio, dedicada a ofrecer alojamiento a jóvenes cihuatlenses que vienen a estudiar a Autlán. Poco más adelante está otra bocacalle, esta vez marcando el arranque hacia el sur de la calle de Ignacio Zaragoza, justo en el antiguo barrio de Las 3 Piedras.
Al acercarnos al cruce con la calle de Mariano Abasolo nos percatamos de un fenómeno peculiar: la calle de Aldama va descendiendo de nivel, como si estuviéramos bajando hacia un río. Esto porque la calle de Abasolo, una de las antiguas "calles hondas", constituye una salida natural del agua de lluvia del norte del pueblo hacia el Coajinque. Desde donde alcanza la memoria colectiva, la calle de Abasolo ha cumplido con esta función y la infraestructura urbana está adaptada a ello.
En la esquina de la calle Honda. |
El desnivel de la calle de Aldama visto desde el fondo de Abasolo. |
La última cuadra de Aldama es muy breve y netamente habitacional. Aunque acá la arquitectura ya es moderna: abundan, ahora sí, las cocheras con sus portones automáticos y los segundos pisos, las puertas y ventanas metálicas y los techos de bóveda. En unos cuantos pasos estamos en la bocacalle (una más) con Antonio Rosales, que marca el término de nuestra calle y su entrada al tradicional barrio 8 de Julio.
Arranque de Ignacio Aldama hacia el poniente. |
Don Ignacio Aldama fue uno de los iniciadores de la guerra de Independencia de México. Vecino de San Miguel, ahora de Allende, se unió al movimiento encabezado por Miguel Hidalgo desde el primer momento, sirviendo en varias tareas, la última de ellas como embajador en los Estados Unidos. Fue en el viaje a aquel joven país cuando fue capturado, en el actual territorio de Texas, y remitido a Monclova, donde fue fusilado el 20 de junio de 1811.
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