jueves, 27 de junio de 2019

Recordaron a Ramón Rubín en la sexta sesión de Conversaciones sobre Autlán


Este miércoles 26 de junio se celebró en el salón de usos múltiples del Museo Regional la sexta sesión del ciclo Conversaciones sobre Autlán, organizadas por el cronista municipal. Con la asistencia de 23 personas la sesión comenzó a las 19:05 horas.
Esta vez la conversación estuvo dedicada a recordar al escritor Ramón Rubín en la época que vivió en Autlán, entre 1973 y 1995. El doctor Nabor de Niz, quien fue amigo de Rubín, nos narró durante poco más de una hora las costumbres, los trabajos y, sobre todo, las excursiones que don Ramón realizó en Autlán y sus alrededores, a través de las montañas y ríos de la región y de la identidad de los autlenses.
El doctor Nabor comenzó la plática aclarando que se limitaría a hacer un anecdotario de Ramón Rubín en Autlán, tema de por sí bastante rico aunque, antes de eso, dio una breve pero completa semblanza biográfica del escritor, desde su nacimiento en Mazatlán hasta su fallecimiento en Guadalajara en un asilo para ancianos, pasando por sus limitados estudios, que llegaron solo al bachillerato (que hizo en España), y los trabajos que realizó en su juventud, desde marinero hasta cargador y agente viajero, editor de revistas y, por último, empresario zapatero en Guadalajara. También conocimos su historia política: afiliado al Partido Comunista, del que sería expulsado por sus ideas trotzkistas, hizo el viaje en barco a España durante la Guerra Civil para entregar al bando republicano un cargamento de armas, aunque no le fue permitido intervenir con ellas en la mano en defensa de la República, por lo que regresó a México.
El doctor De Niz nos explicó también que Rubín nunca quiso ingresar a la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, a pesar de que fue invitado, y que fue un férreo defensor de los lagos de Chapala y de Cajititlán contra los proyectos gubernamentales pero también contra la abulia de los jaliscienses. Esto le causó las consabidas enemistades con políticos, entre ellos el gobernador Agustín Yáñez (de quien Rubín decía que era "confuso, difuso y obtuso"). En los años 1970 regala a sus trabajadores las dos fábricas de zapatos que poseía en Guadalajara (cuya explotación le gustaba, según el doctor Nabor, porque le permitía dedicar tiempo a la literatura) para radicarse en Autlán, luego de su matrimonio con Martha González, oriunda de estas tierras carnavaleras.
En Autlán, nos siguió contando el doctor, participó en el Consejo de Cultura y, por iniciativa suya, se fundó el Grupo Cultural Autlense, para animar la vida cultural del pueblo mediante la exposición de temas relacionados con las artes y la cultura. En el grupo se distinguió como "abogado del diablo", autor de mordaces pero certeras críticas al trabajo de sus compañeros. Gran conocedor de las letras, la geografía y la zoología, sus críticas eran aceptadas.
Supimos también cómo fue que el doctor Nabor conoció a Ramón Rubín: el padre del doctor solía sentarse en un equipal a la entrada de su consultorio y una vez, al llegar el doctor, vio a su padre charlando con un señor desconocido. La plática duraría varias horas y versaría sobre todo tipo de temas, desde cuentos de aparecidos hasta particularidades de la vida en el pueblo. Al día siguiente el visitante volvió a acudir y se presentó con el doctor Nabor: era el escritor Ramón Rubín. Este episodio, que sería el inicio de una larga amistad (Ramón Rubín llegó a ser como parte de la familia), era una muestra de una de las costumbres que observaba el escritor mientras vivió en Autlán: le gustaba abordar a la gente del pueblo en el mercado, en los jardines del centro o en la misma calle para preguntarles aspectos de la vida en Autlán, lo que le servía como materia prima para sus obras. En este contexto, el doctor De Niz nos narró la que él dice que fue la primera lección que le dio Rubín: al preguntarle éste el motivo del nombre de la calle donde estaba el consultorio (José Corona Araiza), el doctor Nabor le dijo que no lo sabía pero que seguramente sería porque ese personaje fue un hombre honesto. Rubín le dijo que no creía que fuera suficiente mérito, puesto que en el mercado sería capaz de encontrar a por lo menos cien personas honestas.
El doctor Nabor describió a Ramón Rubín como un "extraordinario lector", a pesar de la miopía que padeció desde joven, y de ser un autodidacta en varias materias, entre ellas la zoología (de lo que dio clases un semestre en la Universidad), a base de observación y lecturas.
Enseguida el ponente nos narró varias anécdotas sobre excursiones que realizaron juntos él y Rubín a diferentes puntos de los alrededores de Autlán: la presa Cajón de Peñas, donde practicaron la pesca; la búsqueda infructuosa de las fuentes del río Purificación; los petroglifos del Altilte, en la Costa, a los que Rubín y el doctor Trinidad González Gutiérrez (quien estuvo cerca de él hasta sus últimos días) salvaron de desaparecer cuando convencieron al comisariado ejidal de La Huerta de hacer que la empresa marmolera que estaba dinamitando ese cerro se cambiara de sitio; un viaje a Talpa por la sierra de Cacoma; otro a la sierra de Manantlán... de todos ellos Rubín escribió por lo menos un cuento, que publicó en el diario El Informador. Estos cuentos, que publicaba semanalmente, eran ilustrados por Alfonso de Lara Gallardo, de quien el doctor Nabor dice que lograba, basándose solo en las descripciones de Rubín, dibujar las escenas tal y como había sido vividas.
De estas anécdotas conocimos cosas que ninguna semblanza de Rubín describe: su costumbre de llevar sacos de cemento vacíos para dormir durante las excursiones (aunque generalmente tenía que abandonarlos debido a la magra protección que le ofrecían contra los elementos y terminaba refugiándose en una de las casas de campaña de sus compañeros, aunque siempre los llevaba a la siguiente excursión); su constante disposición a participar en estas excursiones y las descripciones exactas que hacía de los sitios que visitaban; la publicación en revistas y periódicos de fotografías de estas excursiones, entre ellas las primeras publicadas del ahora eminente fotoperiodista Bernardo de Niz...
Por último el doctor nos hizo una relación de algunos de los libros publicados por Ramón Rubín, especialmente los escritos en Autlán.
Al final de la exposición la conversación siguió con comentarios sobre la Monografía del Valle de Autlán que, según don Gabriel Lima Velásquez, pretendía ser una especie de enciclopedia de Autlán en la que participarían varios integrantes del Grupo Cultural Autlense con temas de su especialidad pero que, ante la tardanza de estos autores, decidió acometer él mismo la empresa con resultados más modestos; sobre Pedro Zamora. Historia de un violador, que a juicio del doctor Nabor es el peor libro de Rubín y con algunos otros recuerdos de la vida de este eminente escritor en Autlán.
Una conversación sumamente enriquecedora.

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