jueves, 23 de mayo de 2019

"Antonio Rojas. La leyenda negra"


La primera jornada de la II semana cultural Ernesto Medina Lima terminó este miércoles 22 de mayo con la exposición del tema Antonio Rojas. La leyenda negra, a cargo del licenciado Carlos Martín Boyzo Nolasco. Con la asistencia de unas 50 personas, esta conferencia comenzó a las 20:15 horas, en el salón de usos múltiples del Museo Regional.
El expositor, quien es vicepresidente de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco, comenzó su intervención con un mensaje en el que elogió el trabajo de don Ernesto Medina Lima como cronista de Autlán y mencionó algunas de las responsabilidades de un cronista, entre las que están el registro de los acontecimientos importantes del municipio y su difusión.
Sobre su tema, comenzó explicando la situación socioeconómica del país en 1855, que derivó en la Guerra de Reforma, cuyas primeras manifestaciones en Autlán tuvieron lugar en enero de 1858, cuando un personaje de apellido Garabito quemó públicamente un ejemplar de la Constitución de 1857. Poco después aparece aquí Antonio Rojas, guerrillero liberal cuyo cuartel general estuvo, según la tradición oral, en una casa frente a la Alameda.
Hizo enseguida un recorrido por la historia de Antonio Rojas, desde su nacimiento en territorio del actual municipio de San Ignacio Cerro Gordo, la adquisición de una hacienda en Teocuitatlán y su intento por ingresar al ejército imperial, del cual fue rechazado. Mencionó algunas de sus acciones que le dieron fama de cruel y sanguinario, como el asesinato de José María Blancarte en Guadalajara, que propició que Santos Degollado lo declarara fuera de la ley, y la crueldad con la que se conducía contra los pueblos donde no era bien recibido. Una herida en una pierna, que sufrió en Autlán, y los dolores crónicos que le causaba, fueron otro motivo para cometer asesinatos y vejaciones entre la población civil.
Aunque Carlos Boyzo también narró las atrocidades de su contraparte, el contraguerrillero francés Alfredo Berthelin, quien con unos métodos, si cabe, más sanguinarios que los de Rojas, pretendía exterminar la resistencia al imperio en Jalisco. Este francés, según Boyzo, cometía asesinatos contra los civiles por el simple hecho de ser mexicanos y terminó batiendo a Antonio Rojas en el sitio denominado Potrerillos, cerca de Unión de Tula. Tiempo después Julio García, gobernador liberal de Colima, venció a su vez a Berthelin en el Cañón del Guayabo, Michoacán, acción en la que no hubo sobrevivientes en el bando francés, cuyo líder fue decapitado y exhibida su cabeza en una lanza durante varias semanas, al cabo de las cuales su cráneo fue usado por García como jícara para bañar a su caballo.
El expositor concluyó recomendando que hay que sopesar los excesos cometidos por Antonio Rojas en su combate a los invasores franceses, con los que los mismos europeos cometían contra la población civil.

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