Fragmento del mural La Mexicanidad, de José Atanasio Monroy. Centro Escolar Chapultepec. |
Publicado originalmente en Letra Fría.
“Sandoval, su compañero,
Pretende que imploren gracia;
Pero el lego enfurecido
Sus intrigas desbarata”.
Fragmento del Romance al lego Gallaga, de Guillermo Prieto
Son bien conocidas y recordadas las hazañas del bandido “revolucionario” Pedro Zamora en Autlán y la región en la segunda década del siglo XX: “préstamos” forzosos a los vecinos pudientes, asesinatos a sangre fría, torturas aplicadas a sus prisioneros con una intención lúdica, raptos y violaciones de mujeres solteras o casadas, todo bajo el manto de una supuesta adhesión a alguna de las facciones que participaban en la Revolución… acciones muy parecidas a las perpetradas medio siglo antes por Antonio Rojas, quien además combatió a los invasores franceses.
Menos recordados son, sin embargo, los crímenes del colimense Ignacio Sandoval, cabecilla insurgente que operó en la amplia región de la costa y el sur de Jalisco y el actual Estado de Colima quien, a semejanza de los personajes mencionados arriba, tampoco parecía estar muy comprometido con ideal alguno pero sí, y mucho, con el poder y los bienes materiales.
Gracias al historiador Carlos Boyzo (La Independencia en la región de Autlán y Costa de Jalisco), sabemos que Ignacio Sandoval se levantó en armas contra la Corona española el 3 de mayo de 1811 en Mascota, al parecer como resultado de haber perdido en el juego contra el insurgente Germán Silva. Una de sus primeras acciones fue extorsionar al comerciante español Fulgencio Merino, de ese pueblo. Poco después saqueó el pueblo de Tomatlán y se estableció en Mascota, donde se mantenía de los constantes saqueos a los habitantes españoles, primero, pero incluso a los de pueblos cercanos como Talpa, San Sebastián y Guachinango, después.
Entre el 4 y el 5 de agosto de ese año hace su primera incursión a Autlán, donde asesina a tres prisioneros españoles y un mulato que había secuestrado previamente en Ayutla y la hacienda de Santa Ana. También permitió, según las crónicas de la época, que sus tropas saquearan y cometieran toda clase de excesos en el pueblo. De aquí partió a la ciudad de Colima, que tomó el 17 de ese mismo mes. Sandoval realizaría dos ataques más al pueblo de Autlán, siempre dejando una estela de violencia y desorden.
Así como Sandoval había mandado matar en diferentes momentos a los líderes insurgentes Germán Silva y Miguel Gallaga, acusándolos a ambos de traición, él mismo fue víctima de una situación similar, cuando fue asesinado por el también insurgente José Toribio Huidobro en el primer cuarto del año 1812, en un banquete al que lo había invitado en el pueblo de Taretán.
Ignacio Sandoval llevaba el apodo de "El soldado", por haberlo sido del ejército realista, pero él se hacía llamar "El emperador".
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