A mediados de agosto de 1917, hace menos de un siglo, Marcelino García Barragán comenzaba una meteórica carrera militar con la obtención del grado de Capitán Segundo de infantería, luego de participar en distintas campañas, entre ellas la del Yaqui.
Como todos los personajes históricos, García Barragán tuvo una personalidad llena de contradicciones: mientras fue gobernador de Jalisco impulsó la infraestructura de educación básica en nuestra región construyendo, por ejemplo, los centros escolares Chapultepec en Autlán y Ávila Camacho en El Grullo pero tuvo también una participación destacada en la represión del movimiento estudiantil del 68; sufrió en carne propia las consecuencias de perder la gracia de quienes detentaban el máximo poder en el país al ser obligado a renunciar a su cargo de gobernador unos días antes de finalizar su mandato pero se convirtió también en una especie de cacique regional en la Costa Sur del Estado…
En fin, hay quien lo recuerda como un benefactor y quien lo recuerda como un villano y ambas posturas tienen fundamentos. Desafortunadamente casi nadie lo recuerda como uno más de nosotros, naturales de la Costa de Jalisco, que probablemente hubiéramos cometido acciones similares, o no, de haber vivido también sus circunstancias.
Aunque lo mismo aplica para cualquier otro personaje histórico, tanto los que fueron santificados por el discurso oficial como para los que fueron satanizados, el ejemplo de García Barragán es significativo por la polarización de opiniones que genera.
A esta polarización contribuye, sin duda, la manera en que el sistema educativo busca hacer perdurar el recuerdo de personajes como éste entre los niños y jóvenes:Marcelino García Barragán es uno de los autlenses más homenajeados en actos cívicos pero, a diferencia de otros personajes destacados, cuando se homenajea a García Barragán casi nunca se mencionan sus acciones en beneficio de Autlán. Marcado como está este militar por su participación en la represión del movimiento del 68, cuando el orador da su discurso, éste suele estar plagado de alusiones al "respeto", la "defensa del estado de derecho" o "el juicio del pueblo", todo esto en velada referencia a su fama de represor, aunque jamás se menciona abiertamente al mencionado movimiento. Por otro lado, estos homenajes acartonados no hacen mucho por mantener viva en la memoria de las nuevas generaciones la imagen del personaje en cuestión. Más bien se va reforzando la imagen "broncínea" del personaje, alejándolo de cualquier relación que se pueda establecer entre él y la vida cotidiana de los ciudadanos. Una prueba de esto es la actitud de los estudiantes que siempre se acarrean al homenaje. Creo que debe haber mejores formas de recordar a nuestros personajes históricos, una en la que se estimule la formación de una opinión crítica sobre ellos.
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