viernes, 9 de mayo de 2025

Coloquio “500 años de historia escrita en el Suroeste de Jalisco” en el Museo Regional

Durante la ponencia de Rodrigo López Sevilla.

 El martes 4 de mayo de 1525 fue un día importante para la historia de Autlán. Ese día, acaso estando en plena producción los órganos pitayeros de Chiquihuitlán y en un entorno que cabe imaginar más arbolado y fresco, se redactó el primer documento en esta ciudad: el acta de la visita de Francisco de Vargas, la primera descripción de Autlán, cuya visita formaba parte de la expedición de descubrimiento que ordenó el conquistador Hernán Cortés hacia el norte de Colima. El pasado domingo se cumplieron 500 años de este acontecimiento y en Autlán no pasó desapercibido (lamentablemente, no podemos decir lo mismo de otras instancias, estatales y universitarias).

Para conmemorar este aniversario, en Autlán se llevó a cabo un coloquio de historia regional titulado “500 años de historia escrita en el Suroeste de Jalisco” y organizado por el gobierno municipal, el Museo y Centro Regional de las Artes y el cronista municipal. El coloquio formó parte, además, de las celebraciones por el 13 aniversario de la apertura del Museo, que se cumplen precisamente el 4 de mayo. Con la asistencia de unas 60 personas, el coloquio comenzó a las 11:17 horas.

Entre los asistentes estuvieron las regidoras del Ayuntamiento de Autlán Myriam Luján Espinoza, Yéssica Patricia Limón Soltero y Sarahí Viridiana Rodríguez Córdoba, la regidora de El Grullo Giovana Villalvazo Palacios, Rosaura Yazmín Sánchez Jiménez, directora del Bachillerato Tecnológico de Autlán; Marco Vinicio Rodríguez Quintero, funcionario de LICONSA; Griselda Álvarez Navarro, del Grupo Cultural Autlense; Nabor de Niz Domínguez, coordinador honorario vitalicio del Capítulo Costa Sur de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco; Elia Guadalupe Macías Vargas, subdirectora regional de Radio Universidad de Guadalajara en Autlán; la arqueóloga Chloe Pomedio, quien tuvo a cargo los trabajos del sitio de Las Urracas; Jesús Guerra, comisariado de bienes patrimoniales de la comunidad indígena de Chiquihuitlán, y Alejandro Rubio Beltrán, gerente de Radio Costa. Es de señalarse la comitiva que asistió al coloquio procedente del Estado de Colima: 15 personas, integrantes de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima, de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, incluyendo a su presidente, Noé Guerra Pimentel, y del Club Tierra de Letras.

La actividad abrió con la entonación del Himno Nacional y del Himno a Jalisco por todos los asistentes, con el apoyo de una pista musical. Luego vendría una intervención del cronista de Autlán, Guillermo Tovar Vázquez, para explicar el motivo de la celebración de este coloquio, que expusimos en el primer párrafo de esta entrada, y para presentar a cada uno de los ponentes, de manera breve. La regidora Myriam Luján dio un mensaje en representación del presidente municipal, Gustavo Salvador Robles Martínez, en el que reflexionó sobre el pasado, el presente y el futuro y sobre la importancia de la documentación histórica para preservar la memoria colectiva, a partir de la celebración de los dos aniversarios del 4 de mayo, y cómo el Museo se ha convertido en un centro cultural importante y activo. La regidora inauguró el coloquio a las 11:40 horas.

Luego de que el moderador del coloquio, Esdras López Mundo, explicara las reglas y la dinámica bajo el que se desarrollaría la actividad (15 minutos para cada ponente, preguntas y comentarios del público hasta el final de la última ponencia), comenzaron las exposiciones, en el siguiente orden:

La historiadora Lilia Victoria Oliver Sánchez, autora de varios libros sobre historia de Autlán y ex rectora del Centro Universitario de la Costa Sur, presentó el trabajo La “cibdad” de Autlán en 1525, en el que hace un análisis de ese documento del 4 de mayo en que se describe por primera vez a Autlán. Dijo que este documento tenía una intención de dejar un registro de los posibles tributarios a la Corona, por lo que contabiliza solo el número de hombres casados y no el total de habitantes, pero también anota los productos que aquí se cultivaban (maíz y chile), el hecho de que en Autlán se realizaba un tianguis y que tenía guerra con el pueblo de Milpa, entre otros aspectos de la vida cotidiana, como que obtenían agua de pozos y vestían de fibras de maguey. La ponente enfatizó el aspecto demográfico del pueblo indígena de Autlán a partir de esta descripción y de documentos posteriores: a partir del dato de 4,400 hombres casados que asienta el visitador en 1525 y aplicando el método de Borah, que sugiere multiplicar este número por 4 para obtener el total de habitantes de una comunidad, ella establece que podría haber hace 500 años poco más de 17 mil autlecos, en un cálculo conservador. Para lo que hoy es la Costa de Jalisco y Colima, la doctora Lilia calcula un total de habitantes de alrededor de 350 mil, siendo esta región más populosa que otras más hacia tierra adentro, aunque antes de terminar el siglo la población indígena había descendido en un 99%. Para concluir, la historiadora reflexionó sobre el hecho de que en el documento del 4 de mayo no se menciona a la grana como uno de los productos de Autlán, aunque hay evidencias de que ya se cultivaba, por lo que especula que quizás los caciques decidieron ocultarle al visitador esta información.

El siguiente turno fue para el cronista de El Limón, Gabriel de la Asunción Michel Padilla, quien tituló su ponencia Noticias rivorienses. Tras las huellas históricas de Autlán. Ese título, explicó, se refiere al nombre de la diócesis de Autlán, rivoriense, que fue la manera en que el Vaticano tradujo el nombre del pueblo de Autlán (junto al camino del agua) cuando se erigió la diócesis. En este trabajo, el cronista mencionó una serie de documentos de los siglos XVI y XVII en los que se menciona a Autlán, haciendo posible un seguimiento del desarrollo histórico de este lugar. La primera referencia es del 15 de octubre de 1524, en un informe de Hernán Cortés al rey; la encomienda a Hernán Ruiz de la Peña el 8 de octubre de 1526 y el pleito legal entre Cortés y Nuño Beltrán en 1531, donde se mencionan los descubrimientos de la gente del primero desde Colima. La visita del virrey Antonio de Mendoza en 1541, la fundación del monasterio franciscano en 1543, la visita de fray Alonso Ponce y el juicio en el que los indígenas de Zacapala defendieron sus tierras de las pretensiones de un español para que le fueran mercedadas también fueron incluidos en el trabajo de don Gabriel, quien además citó a la arqueóloga Isabel Kelly en el sentido de que en Autlán ya había actividad mucho antes de la cultura azteca. El ponente cerró su participación con una reflexión sobre la postración a que fueron sometidos los indígenas inmediatamente después de la Conquista, comparándola con los problemas de monocultivo, problemas de salud por el uso de agroquímicos, inseguridad y explotación laboral que padecen los habitantes de la región en la actualidad.

El cronista de Autlán, Guillermo Tovar, presentó el trabajo Chiqihuitlán, último reducto prehispánico del valle de Autlán, que comenzó con una descripción del pueblo de este nombre que se encuentra en el extremo poniente del valle y que es, a un tiempo, agencia municipal de Autlán y núcleo de población de la comunidad indígena y del ejido de Chiquihuitlán. El cronista habló del origen del nombre de este lugar, que significaría lugar donde se hacen chiquihuites o “en el chiquihuite”, en referencia a la topografía de donde está asentado, así como de las características del territorio de la comunidad indígena, que tiene poco menos de 14 mil hectáreas, la mayoría de bosque. Enseguida, mencionó referencias documentales de este lugar, que ya aparece mencionado en 1589, cuando el cacique Francisco Melchor vende unas tierras en este lugar al español Antonio de Aguayo. Las referencias documentales se suceden en los siguientes siglos, en descripciones anónimas del valle de Autlán y en estadísticas de los primeros años del México independiente, siempre con el nombre de Chiquihuitlán. El trabajo también incluye menciones de los vestigios prehispánicos que se hayan en Chiquihuitlán, desde los típicos “monos” que los comuneros han encontrado a flor de tierra en sitios de cultivo y que resguardan celosamente, hasta petroglifos que han sido estudiados por arqueólogos (estudiados, no solo visitados superficialmente) y que han sido tema de publicaciones en revistas arbitradas. De esa herencia indígena queda poco, apenas algunas tradiciones como la visita de la virgen de la Concepción del pueblo de Ixtlahuacán, en Unión de Tula, que se remonta a más de un siglo. Otras tradiciones, como danzas de conquista, se han perdido recientemente.

El mismo cronista autlense leyó el trabajo Ixtlahuacán de Santiago, de prehispánico a colonizado, que envió la cronista de Unión de Tula, María Cristina Ruiz Santana, ante la imposibilidad de presentarse al coloquio. Se trata de un trabajo sobre la historia de este pueblo, donde tiene su origen el de Unión de Tula, que es uno de los que fueron descritos por la expedición cortesiana de 1525: la autora habla de la historia y desarrollo de Ixtlahuacán, su papel dentro de la red de poblaciones indígenas de la región y los cambios que en él se operaron a partir de la Conquista.

El colimense Abelardo Ahumada González, de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima, presentó Las visitaciones de Gonzalo Sandoval y Diego de Coria, exposición que parte de la pregunta de cómo se enteró Hernán Cortés de la existencia de los pueblos al norte de Colima. La relación que le hace el cazonci sobre su guerra con el reino de Colima, que le impide el acceso al mar a los tarascos, es una primera referencia que tiene el conquistador de esta costa, cuya búsqueda emprende enseguida. El ponente explicó, apoyándose en documentos y códices del siglo XVI, cómo fue el proceso en que Cortés dio la orden de una primera visita a Zacatula, donde hoy está el puerto de Lázaro Cárdenas, y la salida a buscar a las amazonas, que los españoles imaginaban en el lugar que los indígenas llamaban Cihuatlán, “lugar de mujeres”. A la conquista de Colima sigue la visita a los pueblos del norte, a partir del 17 de enero de 1525.

El cronista de Villa Purificación, Victoriano Núñez Palomera, expuso Consecuencias de la visita de Francisco Cortés al valle de Espuchimilco, en el que propone la conformación de una historia general de la Costa Sur, que tiene un hilo conductor. Narró la ruta que siguió Francisco Cortés en 1524, desde Cihuatlán a tierra adentro, en la que fue repartiendo encomiendas de las que los beneficiarios no tomaron posesión, puesto que iban solo de paso. Pero el centro de su trabajo, como lo dice su título, fueron los cambios que los pueblos de la Costa sufrieron a partir de esta visita, en su estructura social, en la introducción de un nuevo sistema de valores y en el mestizaje de sus costumbres y economía. En el aspecto demográfico, se operó un descenso notable en la cantidad de habitantes, debida a las enfermedades, la violencia y otros factores. Todo el contexto vital de la región, dijo, se mestizó a partir de este contacto.

La segunda mesa. De izq. a der.: Mirtea Acuña, Rodrigo López, Miguel Gómez, Ignacio Gómez y Carlos Boyzo.


Con esta ponencia terminó el primer turno del coloquio, para dar paso a un receso de unos 20 minutos. La segunda mesa se desarrolló de la siguiente forma:

El vicepresidente de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco, Carlos Martín Boyzo Nolasco, presentó el trabajo que llamó Título del pueblo de San Francisco de Autitlán, basado en un documento protocolizado ante el notario Zamora, de Autlán, en 1918, en el que los integrantes de la comunidad indígena de Autlán hacen una descripción detallada de los linderos y características geográficas de su territorio, como eran en el siglo XVI, mencionando por su nombre los sitios exactos en los que se establecieron las mojoneras que marcaban sus límites, algunos de los cuales, como Neverías, todavía se conservan. El documento fue redactado en los años 60 del siglo XIX y sería un valioso testimonio de la forma en que se comenzó a configurar el moderno pueblo de Autlán, después de la Conquista.

El cronista honorario de El Grullo, Ignacio Gómez Zepeda, habló de las Encomiendas de Ayuquila e Ixtlán, en cuyo trabajo dio la relación de los primeros encomenderos de estos sitios indígenas, ubicados en el actual territorio grullense, y de los posteriores dueños de esos lugares, convertidos en haciendas. Hizo un énfasis especial en la familia Rivera, que tuvo en propiedad la hacienda de Ayuquila desde el siglo XIX, y de algunos de sus integrantes más destacados, el último de los cuales fue el académico Gregorio Rivera Morán, quien trabajó hasta sus últimos días en la unidad 143 de la Universidad Pedagógica Nacional, en Autlán.

Miguel Gómez Arreola, cronista de Tenamaxtlán, presentó su libro Hacienda de San Gaspar de Colotitlán. Una historia de familia, que publicó en marzo de este año. El libro está dividido en dos partes y la presentación comenzó con la segunda de ellas: el estudio estadístico de Tenamaxtlán que hizo José María Covarrubias en 1821, una relación pormenorizada de los recursos, población, flora, fauna y geografía de este pueblo y sus alrededores, al que el autor compara con los trabajos de Alejandro de Humboldt. La primera parte del libro es una historia de la hacienda de Colotitlán desde que fue adquirida por don Francisco Covarrubias, sayulense, en 1785, en cuyos documentos de compra venta y de otros procesos legales, se puede seguir el desarrollo de este lugar, que ahora es una delegación municipal de Tenamaxtlán.

Las últimas dos ponencias también fueron de representantes de la Asociación de Cronistas colimense:

Rodrigo López Sevilla, de Manzanillo, presentó Cartografías históricas de la Costa de Jalisco y Colima, en el que explicó las primeras navegaciones por la Mar del Sur, con el objetivo de conocer las costas y sus recursos. Mostró algunos mapas históricos, con una explicación de lo que representan, más allá de lo visible a simple vista: uno de 1500, con la primera representación del continente americano, otro de 1535 en el que se establece la línea divisoria entre las posesiones españolas y portuguesas, según el Tratado de Tordesillas, con una representación de las costas que hoy son jaliscienses y colimenses; los puertos de Santiago y de Colima en 1541 y un detalle del mapamundi de Caboto de 1544, donde ya aparecen lugares de nuestras costas; la famosa “pintura” de 1550, con Autlán, Purificación, Cuzalapa y otros lugares de la región, entre muchos otros. De algunos, el ponente resaltó detalles curiosos, como el dibujo de los volcanes de Colima o de las míticas Siete Ciudades de Cíbola.

La cronista de Tecomán, Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda, cerró el coloquio con la ponencia Permanencia del español del siglo XVI en regiones de Jalisco y Colima, donde habló de las diferencias en el idioma español en las regiones del país, cuyos regionalismos se desarrollaron a partir del español que hablaban los conquistadores, añadiendo palabras de las culturas indígenas de cada zona y de otras influencias. La ponente mencionó algunos ejemplos de palabras y expresiones usadas en la región que tienen su origen en el siglo XVI, de las que algunas son comunes para toda la región y otras son más localizadas.

Al terminar el coloquio se realizó la entrega de constancias y un presente a los expositores, para pasar enseguida a tomar la comida que brindaron los organizadores, concluyendo la convivencia ya cerca de las 16:00 horas.



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