Eso sí, de este lado del
libramiento ya prácticamente todo el espacio disponible está urbanizado:
abundan aquí las pequeñas colonias o fraccionamientos de los más variados
grados de desarrollo. Una de estas colonias se llama Rinconada del Cangrejo, en
alusión al arroyo que corre en sus cercanías, y ocupa un terreno relativamente
pequeño entre la avenida Revolución y el lecho del mencionado arroyo, algunas
decenas de metros al norte de la calle de Jaime Llamas. La única calle de esta
colonia lleva el nombre del militar autlense Paulino Navarro.
Vista de la calle Paulino Navarro desde su cruce con Revolución. |
Esta calle es de una sola cuadra,
que es la misma extensión de la Rinconada del Cangrejo. Arranca en la avenida
Revolución, frente a la terminal de Primera Plus, y tiene su otro extremo en el
cruce con Jaime Llamas, cerca del puente peatonal que permite a quienes caminan
por esta última calle llegar hasta la Escuela Secundaria Técnica #7. Revolución
y Jaime Llamas no son calles paralelas, sino que hacen esquina, por lo que para
hacer este recorrido, la calle de que hablamos hace una curva de casi 90 grados
en su último tramo.
Imagen tomada de Google Maps. |
La calle de Paulino Navarro está
casi completamente ocupada por fincas dedicadas a los servicios, debido a su
cercanía con el Centro Universitario de la Costa Sur, cuya numerosa comunidad
demanda constantemente renta de departamentos por temporadas y alimentos. Ya en
su cruce con Revolución podemos ver una muestra de esta vocación: en ambas
esquinas funcionan negocios de comida, una fonda y un café. Más adelante hay
una tortillería, en la acera norte, a la que le siguen algunas casas habitación.
Son abundantes, en lo que permite la limitada extensión de la calle, los
edificios de departamentos para renta, de hasta tres niveles.
Un edificio de departamentos. |
Hacia el final de la calle hay un
centro de servicios médicos de especialidades, uno de los varios que ya existen
en Autlán y que no dejan de ser un buen pretexto para recordar cómo hace apenas
80 años nuestros antepasados luchaban por tener un hospital que ofreciera a los
autlenses no ya un servicio de especialidades sino, al menos, un servicio hospitalario
profesional. De esas gestiones nació el hospital de Las Montañas, que
oficialmente llevaría el nombre de Paulino Navarro, igual que esta calle.
La calle Paulino Navarro está
adoquinada, aunque ya en algunos sitios se ve dispareja y con algunos baches en
formación. La mayor parte de la calle cuenta con arbolado sano y bien cuidado,
compuesto casi en su totalidad por especies de ornato: palmeras, ficus, algún
castaño… en contraste con las fincas que la pueblan, la mayoría de las cuales
son de reciente construcción, hay un terreno baldío y descuidado, con pasto,
higuerillas y otras especies silvestres muy crecidas. Dijimos que las fincas
son recientes y agregamos que son casi todas de arquitectura moderna,
utilitaria: líneas rectas, prácticamente sin adornos, con grandes ventanas de
cristal y pequeños balcones, aparentemente más de ornato que para permitir ese
limitado contacto con la calle para el que deberían servir estos elementos. Eso
sí, desde afuera es posible darse cuenta de algunas de las amenidades que
ofrecen estos edificios: espacios de convivencia, diseños que permiten la
iluminación y ventilación natural, televisión por cable, Internet y otros.
Como toda esta parte de Autlán,
la calle Paulino Navarro entra en un como estado de hibernación en las
temporadas vacacionales de la Universidad, cuando la mayoría de sus estudiantes
regresan a sus lugares de origen y dejan de requerir los servicios que aquí se
les ofrecen. Las fechas de nacimiento y defunción del general Paulino Navarro coinciden
casi siempre con estos periodos, así que lo más común en estos aniversarios es
encontrarse la calle prácticamente vacía.
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