El Jalocote es un ejido ubicado
al norte del municipio de Autlán, cuyo centro de población lleva el mismo
nombre y es el último asentamiento de cierta importancia que el viajero se
encuentra sobre el camino que lleva a San Juan Cacoma, antes de trasponer los límites
del municipio. Tal vez por su identidad agrarista, los espacios públicos de El
Jalocote recuerdan constantemente a la Revolución y a las luchas por la tierra:
las calles principales se llaman Revolución y Emiliano Zapata, por ejemplo,
mientras que la escuela primaria del pueblo también lleva el nombre del
movimiento social que derrocó al dictador Porfirio Díaz.
Precisamente frente a la fachada
de la escuela está el único monumento del pueblo, como dando la bienvenida a
quienes llegan a ella o como saludando a los numerosos paseantes que van a las
zonas boscosas más altas: un curioso cuanto llamativo busto del apóstol de
la democracia, Francisco I. Madero. Se trata de una representación, de
proporciones algo mayores a las naturales, del que fuera contrincante de Díaz
en las elecciones presidenciales de 1910, realizada al parecer en concreto por
un artista de apellido Ancira, cuya firma aparece escrita a mano en uno de los
hombros del prócer.
Madero luce elegantemente vestido
con saco negro y corbata de moño, investido con la banda presidencial. Perfectamente
peinado (se pueden ver las líneas del peine en el cabello) y con su
característica perilla don Panchito mira fijamente al frente, con una sonrisa
enigmática. Las proporciones de sus facciones son algo caricaturescas: las
orejas, nariz y cejas parecen demasiado grandes para el tamaño de la cabeza,
mientras que las pupilas son tan pequeñas como apenas un puntito negro al
centro del globo ocular, lo que le da a su mirada un cariz perturbador. La escultura
es muy colorida y parece haber sido pintada recientemente: lucen nítidos los
colores de la ropa, de la banda y aún los de la piel y el pelo.
Este busto está asentado sobre una
sencilla columna algo más ancha en la base que en su parte superior. Tanto la
columna como el busto se ven en muy buen estado de conservación, aunque le
vendría muy bien un trabajo de retoque de la pintura porque en algunos espacios
aparece desconchada, acaso por efecto de la humedad. También, y de forma más
urgente, el conjunto necesita una limpieza a fondo.
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