miércoles, 9 de diciembre de 2020

Inventario de monumentos 38: un busto de Francisco I. Madero en El Jalocote


El Jalocote es un ejido ubicado al norte del municipio de Autlán, cuyo centro de población lleva el mismo nombre y es el último asentamiento de cierta importancia que el viajero se encuentra sobre el camino que lleva a San Juan Cacoma, antes de trasponer los límites del municipio. Tal vez por su identidad agrarista, los espacios públicos de El Jalocote recuerdan constantemente a la Revolución y a las luchas por la tierra: las calles principales se llaman Revolución y Emiliano Zapata, por ejemplo, mientras que la escuela primaria del pueblo también lleva el nombre del movimiento social que derrocó al dictador Porfirio Díaz.

Precisamente frente a la fachada de la escuela está el único monumento del pueblo, como dando la bienvenida a quienes llegan a ella o como saludando a los numerosos paseantes que van a las zonas boscosas más altas: un curioso cuanto llamativo busto del apóstol de la democracia, Francisco I. Madero. Se trata de una representación, de proporciones algo mayores a las naturales, del que fuera contrincante de Díaz en las elecciones presidenciales de 1910, realizada al parecer en concreto por un artista de apellido Ancira, cuya firma aparece escrita a mano en uno de los hombros del prócer.



Madero luce elegantemente vestido con saco negro y corbata de moño, investido con la banda presidencial. Perfectamente peinado (se pueden ver las líneas del peine en el cabello) y con su característica perilla don Panchito mira fijamente al frente, con una sonrisa enigmática. Las proporciones de sus facciones son algo caricaturescas: las orejas, nariz y cejas parecen demasiado grandes para el tamaño de la cabeza, mientras que las pupilas son tan pequeñas como apenas un puntito negro al centro del globo ocular, lo que le da a su mirada un cariz perturbador. La escultura es muy colorida y parece haber sido pintada recientemente: lucen nítidos los colores de la ropa, de la banda y aún los de la piel y el pelo.

Este busto está asentado sobre una sencilla columna algo más ancha en la base que en su parte superior. Tanto la columna como el busto se ven en muy buen estado de conservación, aunque le vendría muy bien un trabajo de retoque de la pintura porque en algunos espacios aparece desconchada, acaso por efecto de la humedad. También, y de forma más urgente, el conjunto necesita una limpieza a fondo.

El busto de Francisco I. Madero en El Jalocote es una expresión, quizás naíf e ingenua pero no por eso menos válida, de orgullo por el origen del pueblo.



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