jueves, 12 de diciembre de 2019

La ermita guadalupana de la colonia Ejidal


Sabemos que en prácticamente cualquier pueblo mexicano que tenga a la mano un cerro, aunque sea de mínima elevación, sus habitantes reservarán en él un sitio para celebrar a la virgen de Guadalupe por lo menos cada 12 de diciembre. Los vecinos de las colonias del sur de Autlán, las de "aquel lado" del Coajinque, hicieron lo propio por lo menos desde los años 1980, aunque el pueblo ya contaba desde tiempos remotos con la antigua ermita del Zinacantepetl o cerro de la Capilla, junto al barrio de Las Montañas.
Estas colonias, que en aquella época eran solo la Ejidal, Camichines y Echeverría, bordean el extremo oriente del cerro Colorado, una de las estribaciones de la sierra de Cacoma que se internan en el valle de Autlán. La calle Olmo de la primera de esas colonias termina justo en este cerro y se prolonga sobre éste, transformada en una de sus subidas naturales y corriendo paralela a los tubos que alimentan un tanque de almacenamiento de agua construido a unas decenas de metros sobre el nivel de la calle. A un lado del tanque, en un pequeño descanso de la subida, fue construida la pequeña ermita que sirve como sucedánea a la del barrio de Las Montañas y en la que se celebra también, con menos afluencia de personas pero con igual devoción, a la virgen de Guadalupe.


La subida desde la calle Olmo no es demasiado difícil y es muy equiparable a la subida del cerrito de la Capilla por la calle 20 de Noviembre. Los primeros metros se pueden subir mediante unos escalones de cemento, un tanto disparejos, que alguien construyó con la buena intención de facilitar el ascenso a los peregrinos. Pero las dos terceras partes del camino hasta la ermita han de hacerse sobre la piedra viva, buscando el sitio menos resbaloso o donde pueda apoyarse firmemente el pie para evitar una caída. La caminata en estas condiciones es áspera y pesada, aunque breve.


La ermita es pequeña, de unos 10 metros cuadrados, hecha de ladrillo y bóveda, sin adorno alguno. Es abierta por el frente y los dos costados, permitiendo de esta forma la vista del público que se congrega a las celebraciones eucarísticas, que son oficiadas por el sacerdote desde dentro de la ermita mientras el público permanece frente a ella, en una especie de explanada natural. La distribución de los ingresos parece estar pensado para que los visitantes entren a la ermita por alguno de los costados,  y salgan por el contrario, en una fila. Los feligreses le han añadido para la fiesta de este año luces de colores y lazos con papel picado, que complementan a una cruz y una estructura que representa a la virgen de Guadalupe colocadas sobre el techo, ambas con su propia iluminación que permite verlas desde buena parte del sur de Autlán.


Dentro de la ermita hay tres imágenes de la virgen de Guadalupe: al centro, con un ancho marco dorado, está la principal, que es una reproducción de la imagen de la basílica de la ciudad de México, a la derecha hay una imagen de bulto sobre una repisa y a la izquierda hay otra, también sobre una repisa y de mayor tamaño que sus compañeras, hecha de algún material brillante incrustado sobre la tela y que contiene dos banderitas de México.



Como ocurre con la capilla del otro cerro, esta ermita cuenta con una vista magnífica del valle, con la diferencia de que desde aquí se logra ver, con buen tiempo, hasta los cerros que bordean el llano rulfiano. La ermita de la colonia Ejidal es visitada por cientos de personas durante las fiestas guadalupanas, en las cuales se rezan rosarios y se dicen misas. Es uno de las tres lugares, junto con el barrio de Las Montañas y la colonia Guadalupe, donde se vive esta fiesta en Autlán de manera más concurrida.

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