Imagen tomada de Wikimedia Commons. |
Publicado originalmente en Letra Fría.
Hace 20 años, el 9 de octubre de 1995, mientras la mayoría de los autlenses comenzábamos nuestras actividades del día, fuimos sacudidos por el que sin duda ha sido el terremoto más fuerte que nos ha tocado vivir a esta generación y el segundo, después del famoso temblor del ´32, que más impactó en la fisonomía y en la vida del pueblo, por lo menos en la época moderna.
Abundan todavía las anécdotas de esa mañana: hay quienes cuentan con asombro cómo se balanceaban edificios grandes, como si fueran de plastilina, quienes todavía se emocionan al referir los gritos de espanto y los rezos proferidos por vecinos presas del pánico… No se tuvieron que lamentar fallecimientos, por lo menos en Autlán, aunque sí hubo una cantidad enorme de fincas afectadas (1,437 en todo el municipio, según cifras oficiales), entre ellas construcciones emblemáticas que tuvieron que ser reconstruidas, como las escuelas Francisca García Mancilla y Amador Velasco y el edificio Hanón (realmente éste se terminó de construir), otros estuvieron inhabilitados por un tiempo, por lo menos parcialmente, como el de la Escuela Preparatoria Regional de Autlán y la parroquia del Divino Salvador, entre otros. Estas reconstrucciones implicaron un cambio significativo en la imagen de Autlán, pero lo peor fue la afectación en el patrimonio de quienes vieron dañadas o destruidas sus casas o negocios, lo que resultó en un impacto muy fuerte en la economía de la región. Ahora sabemos que el terremoto del 9 de octubre, como fue conocido a partir de entonces, tuvo una intensidad de 8.0 grados en la escala de Richter y epicentro frente a las costas de Colima.
Los terremotos, a pesar de lo que dicen ciertas publicaciones que pueden verse en Internet, no pueden predecirse y siempre nos toman por sorpresa. Fue el caso de este temblor, que tomó a los autlenses y a las autoridades municipales totalmente desprevenidos; los pocos servicios de emergencias con que se disponía fueron ampliamente rebasados.
En estos veinte años (que según el tango, no son nada), hemos visto algunos avances en el tema de Protección Civil: en 2001 fue creada la dependencia correspondiente en la administración municipal, se comenzaron a realizar simulacros en escuelas y oficinas públicas desde poco después del temblor y, por lo menos en teoría, tenemos más desarrollada una cultura de prevención de desastres naturales. Pero, ¿realmente estaremos preparados para enfrentar otra situación como la que estábamos viviendo hace dos décadas?
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