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El doctor Hirineo Martínez Barragán en la lectura de su trabajo. |
El anfitrión presentó la conferencia
El Rodeo, primer pueblo agrarista. Origen y evolución, un avance de un
trabajo mayor que espera ver publicado en forma de libro sobre la fundación y
la historia de la comunidad de El Rodeo, pueblo que nació con la dotación de tierras.
Su exposición comenzó con referencias a mitos fundacionales, como los de Roma y
la Ciudad de México, y a historias de fundaciones que se encuentran bien documentadas,
como la de Villa Purificación y la de Guadalajara. El punto de arranque de la
vida de El Rodeo es una antigua atarjea cuyas ruinas se conservan aún y que
sirvió para almacenar agua traída mediante un acueducto desde un ojo de agua que
se encuentra al pie del Cerro del Cabrito. A partir de esa atarjea se asentó la
comunidad de El Cabrito, que se despobló violentamente a manos de las guardias
blancas de la hacienda de Ahuacapán; en ese mismo punto comenzó el poblamiento
de lo que sería el actual El Rodeo.
El ponente expuso datos duros de
la evolución de El Cabrito y El Rodeo, a partir de los censos de población
levantados a lo largo del siglo XX, donde se puede percibir la paulatina
desaparición del primero de esos pueblos y el surgimiento, crecimiento y
decadencia del segundo. Pero otra parte de la exposición se alejó de estos
datos y se decantó por la microhistoria: nos habló del festejo de los agraristas
junto a la dicha atarjea, luego de la primera dotación de tierras en el valle
de Autlán, que se dio con carácter preliminar por el gobierno estatal de José Guadalupe
Zuno, a cambio de que los agraristas depusieran las armas con que habían
combatido a los rebeldes delahuertistas; escuchamos también sobre cómo se
asentaron aquí los primeros ejidatarios, cómo fue el reparto de las parcelas y
el trabajo que tuvieron que hacer para poder trabajarlas, “limpiando” primero
los terrenos de maleza y utilizando herramientas rudimentarias, como la coa. De
los ejidatarios que recibieron parcelas en este lugar, el doctor Hirineo dijo
que algunos se avecindaron en Autlán, otros repoblaron El Cabrito y otros
dieron origen a El Rodeo.
Luego de algunas consideraciones sobre
el empoderamiento político de los ejidatarios, una de cuyas primeras
manifestaciones fue la diputación de Casimiro Castillo en el Congreso local,
los asistentes escuchamos sobre la vida cotidiana en El Rodeo en las décadas de
1960 y 1970, que le tocó presenciar a nuestro anfitrión: cómo se las arreglaban
los vecinos sin luz eléctrica y los cambios a partir de que llega este
servicio, la radio como entretenimiento y medio de comunicación, los viajes a
Autlán a distintos asuntos, desde compras y trámites hasta asistir a la fiesta
patronal, cuyo trayecto se hacía a pie, en bestia o en camioneta, la llegada de
la primera troca, del primer molino de nixtamal, la época de oro del futbol
en el pueblo…
Con un recorrido por las calles de El Rodeo, en el que describe su arquitectura y elementos urbanos, así como los cambios que se han ido operando en ellas a lo largo del tiempo y la mención de algunos de sus vecinos y los negocios que algunos de ellos tenían, siguió la plática del doctor Hirineo, en la que también narró las fiestas populares cuya música venía de un tocadiscos que tomaba la energía de la batería de una camioneta, los exámenes escolares públicos en los que los padres de familia solían apostar, los pleitos entre chiquillos y las tareas cotidianas en el campo y en la casa.
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En la atarjea. |
Sobre la atarjea, el ponente dijo
que es “el lugar más colorido de todos”, a donde acudían los vecinos lo mismo a
lavar ropa que a solo reunirse; abrevadero para el ganado y punto de partida de
la historia del pueblo. Expuso algunas ideas para conservar el conjunto
arquitectónico de la atarjea y el acueducto, así como posibles concursos de
dibujo y escritura para conservar la memoria del pueblo.
1 comentario:
Gracias Guillermo por la reseña. Muy competa. Por algo será el cronista del municipio.
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