La anfitriona expuso en esta
sesión el trabajo Las mujeres de Jalisco que están salvando la tierra,
producto de una investigación realizada por ella dentro del proyecto #NoSomosVíctimas,
en el que reporteó seis casos de mujeres de municipios de las regiones Sierra
de Amula y Sur de Jalisco que encabezan proyectos de agroecología. Este reportaje
se llevó a cabo, con financiamiento de la Embajada de Suiza en México, para
Alianza de Medios, un grupo de medios de comunicación mexicanos del que forma
parte el autlense Letra Fría. Con este trabajo se pretende mostrar otro rostro
de las mujeres, el de la fuerza y valentía y la capacidad de liderar proyectos
productivos viables y que ayudan a cuidar el medio ambiente.
En el trabajo que expuso Mayra en
esta sesión contó las historias de seis de estos proyectos, ubicados en cinco
municipios de las regiones ya mencionadas, que reman contra la corriente de la
agroindustria en el contexto de la consideración de Jalisco como gigante agroalimentario
y la existencia de alimentos contaminados con agroquímicos en los mercados de
la región. Son los proyectos de Herlen Quintero, del rancho El Casco, en la
agencia municipal de Las Paredes, en Autlán, quien produce con su familia hortalizas,
huevo, pescado y otros productos para autoconsumo y venta de excedentes, a
partir del objetivo de cuidar la propia salud; Karla y Julieta, que trabajan la
parcela escolar de la telesecundaria de El Mentidero, también en Autlán, que se
estableció a partir del caso del hallazgo de agroquímicos en el cuerpo de niños
de esa comunidad en 2019 para producir alimentos limpios de estas sustancias;
el huerto orgánico de Ayuquila, en El Grullo, creado en 2020, en plena
pandemia, que también sirve como terapia ocupacional para sus integrantes; la
producción de Jamaica orgánica de doña Lidia en El Limón, cuya producción se
distribuye principalmente en la cooperativa de El Grullo y que es demandada
incluso por clientes del extranjero; el huerto orgánico de Maricela Rosales en
Los García, municipio de San Gabriel, que nació de su necesidad de una ocupación
que la sacara de la depresión en que había caído mientras vivía en Guadalajara
y que ahora produce frutas orgánicas y, por último, la forma en que Modesta
Guerra revivió un terreno muerto por el abuso en la aplicación de agroquímicos
en el municipio de Gómez Farías.
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