El obispo Eduardo Muñoz, dirigiéndose a los asistentes. |
La ceremonia, llena de elementos
simbólicos, se realizó en la explanada central del Seminario, teniendo como
espacio principal un escenario montado afuera de la capilla, frente al cual se
dispusieron toldos y sillas para la comodidad de los asistentes. El escenario
estuvo presidido por tres de las imágenes religiosas más importantes de la diócesis:
el Señor del Mezquite de Unión de Tula, la virgen de la Natividad de Atengo y
san José, el patrón de esta iglesia local. Fue adornado con sencillez y
elegancia, destacando la presencia de algunos elementos de las zonas costera y
serrana de la diócesis, colocados en las esquinas posteriores del toldo bajo el
cual se armó el escenario: al lado derecho, visto desde la posición del
público, los organizadores colgaron cocos, una mano de plátanos y una hoja de
palmera, del lado contrario pudimos ver una rama de pino. Esto, claro, por no
hablar de los ornamentos religiosos y el mobiliario para la instalación de
quienes ocuparon el escenario: el nuncio apostólico en México, arzobispo Joseph
Spiteri; el cardenal de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega; el obispo
saliente, Rafael Sandoval Sandoval y el electo, Eduardo Muñoz Ochoa, y otros obispos,
en número de 30. Ellos ingresaron al lugar en procesión, procedentes de la
sacristía, donde el nuevo obispo había realizado una profesión de fe ante el
cardenal Robles.
Una vez instalados en sus sitios
comenzó la celebración de la ceremonia, a las 11:15 horas, con un saludo de
bienvenida a cargo del obispo Rafael Sandoval, quien agradeció por los ocho
años que estuvo al frente de la diócesis, a los que calificó como un periodo
denso de actividades intensas. Recordó que flores y espinas van siempre juntas
y afirmó que aquí encontró ambas, aunque aseguró que “la queja del éxodo se
transformará en gracias”. Agradeció por las llamadas en la Catedral, el
mariachi y la alegría de las fiestas patronales y el cariño de la gente y,
dirigiéndose al nuevo obispo, dijo que “llega a una diócesis bella en su
geografía y en su gente” y que “aprenderá a discernir las voces sencillas de
otras que le llegarán”.
Enseguida, el sacerdote Ricardo
Montoya leyó la bula con la que el papa Francisco designó obispo a Eduardo
Muñoz, hecho lo cual este último tomó el documento y lo mostró, simbólicamente,
a todos los presentes. Otro momento simbólico fue el saludo por el presbiterio
de la diócesis, religiosas, seminaristas y una familia de la localidad, quienes
subieron en ese orden al escenario para mostrar sus respetos al nuevo obispo.
La homilía fue pronunciada por el
nuncio Spiteri, quien pidió rezar por el nuevo obispo y seguir el ejemplo de
los apóstoles: no imponer sus ideas a los demás, sino compartir su experiencia
con Jesús resucitado; evitar enseñar solo ideas abstractas y mejor compartir la
experiencia personal de fe. Afirmó que no se puede evangelizar sin identificarse
y asimilar esa experiencia y llamó al obispo a ser un buen samaritano, a ser cercano
a sus sacerdotes y capaz de resolver conflictos.
Luego de este mensaje vendría
otro momento simbólico, con el ofrecimiento de dones por cada uno de los siete
decanatos en que se divide la diócesis, cuyos representantes llevaron frente al
obispo una canasta con productos de cada uno de ellos. Vimos pasar frente al
obispo tamarindos, cocos, plátanos, pan, bolsitas con frituras de plátano, entre
otros.
Luego vendría el primer mensaje
pastoral del obispo Muñoz Ochoa, que comenzó con una cita de san Agustín: “Con
ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo”. Mencionó que la misión de
construir el reino de Dios es de todos los cristianos y no solo del obispo, expresó
su deseo de que todos los integrantes de la comunidad aporten desde su ámbito
de influencia a esta construcción; desde la educación y el respeto en casa,
dijo, se asume la identidad del sacerdocio bautismal. Pidió, por último, no
perder de vista “ser fieles colaboradores”.
Todos estos momentos de la
ceremonia se realizaron en el marco de una celebración eucarística, con
duración aproximada de dos horas y que contó con música de órgano y con un coro del que formaron parte, entre otros, la soprano Norma Angélica Cortés, el maestro Armando Pedraza e integrantes del Coro Municipal de El Grullo. Al término de ella el presidente municipal
interino de Autlán, Dagoberto Trujillo Hernández, entregó las llaves de la
ciudad, otro momento simbólico, al nuevo obispo.
Luego de esto los participantes
en la ceremonia bajaron del escenario y, en el mismo orden en que llegaron, pasaron
a la sacristía, dando por terminada la bienvenida a monseñor Eduardo Muñoz
Ochoa a su nuevo encargo.
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