Luego de las formalidades de
rigor y la lectura de una semblanza del nuevo socio y de vencer algunas de las dificultades
técnicas que son el pan de cada día en los ambientes virtuales, el doctor Salvador
García Ruvalcaba leyó su trabajo de ingreso, titulado El Huerto de la Amistad,
un espacio de sustentabilidad Universidad-Sociedad.
El ponente, quien es académico
del Centro Universitario de la Costa Sur y del Seminario Diocesano de Autlán,
con una larga carrera en la educación ambiental en diversos ámbitos, hizo en su
trabajo una retrospectiva vital, que comenzó con su infancia en el rancho Las Ánimas
del municipio de Nochistlán, Zacatecas. Criado en ese ambiente rural, los
huertos y, en general, el cuidado de plantas en su casa fue una práctica
constante, que continuó a pesar de la mudanza de su familia a Guadalajara para
que él y sus hermanos pudieran estudiar.
En su auto semblanza el doctor
García Ruvalcaba narró su opción por la carrera de Biología, su trabajo como biólogo
marino en el sur del país y su posterior arribo a la sierra de Manantlán, en
1986, para trabajar en el laboratorio natural Las Joyas. Ahí comenzó su
relación con nuestra región, que desde los primeros meses se caracterizó por la
implantación de sistemas de separación y reducción de desechos y con la
impartición de educación ambiental a niños, comenzando por los de las
comunidades indígenas de la reserva.
Siguiendo la tradición familiar,
el doctor García Ruvalcaba instaló un huerto en su casa de El Grullo, que poco
a poco se fue convirtiendo en una escuela donde los alumnos de primarias de ese
municipio acudían a aprender técnicas e ideas sobre el cuidado doméstico de
plantas. En el año 2000 el nuevo socio de la BSGEEJ instaló en un espacio del
edificio que entonces albergaba la Escuela Preparatoria Regional de Autlán y
que ahora es el edificio de Posgrados del CUCSur un huerto demostrativo, que en
2014 fue bautizado como Huerto de la Amistad. Este espacio es uno de los 176
Centros Regionales de Educación (RCE, por sus siglas en inglés) reconocidos por
la ONU alrededor del mundo.
El Huerto de la Amistad, explicó
el ponente, cuenta con un sendero interpretativo con diez estaciones, en las
que los visitantes reciben información sobre asuntos particulares sobre la
relación entre las plantas y las personas. Ahí se lleva regularmente a alumnos de
las distintas carreras del CUCSur y, recientemente, a los de escuelas de nivel
básico y a los niños de la casa hogar San Isidro, para difundir entre ellos el
conocimiento del origen de los alimentos. En el huerto, además, se producen alimentos
y tierra para cultivos, lo que se refleja en un impacto en la educación, en la
economía y en la salud de los habitantes de la región. En palabras del doctor
Salvador, este huerto es una “fuente de salud, inspiración y arte”.
Este trabajo fue contestado por
el maestro Alfredo Tomás Ortega Ojeda, quien lo hizo mediante la lectura de un
texto que preparó para la ocasión, titulado La vida en un huerto. Se trata
de una narración de la biografía de Salvador García Ruvalcaba y su paso de Las
Ánimas a Autlán, de la amistad que los une desde los ya lejanos tiempos en que
se estaba formando el sendero Xilosuchitlán, en la reserva de la biosfera Sierra
de Manantlán, y del trabajo y pasión que García Ruvalcaba ha dejado en todos
sus trabajos. Dijo que el desarrollo del programa de la ONU para el medio ambiente
y las ideas de conservación y educación de Salvador García coincidieron en el
tiempo, lo que ha dado como consecuencia la reunión de RCE celebrada en Autlán
en 2014 y la creación del Huerto de la Amistad, al que llamó un sincretismo de
los huertos de la infancia y juventud de Salvador.
Carlos Preciado y Salvador García, durante la toma de protesta. |
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