José Feliciano es un novel y
sorprendente escritor originario de Mezquitán, al norte del municipio de
Autlán. Es ingeniero de la Comisión Federal de Electricidad pero escribe poesía
y cuento y en este 2021 publicó sus primeros textos.
Aunque el cuento Camino a las
vacunas apareció en la antología Relatos que cruzan el mar 2,
publicado en agosto, fue en el mes de noviembre cuando apareció su primer libro
en solitario, Relatos de un campesino. Los dos fueron publicados por la
editorial, también nueva, Señor Valdez, de Guadalajara.
Relatos de un campesino es
una recopilación de catorce cuentos, que pueden ser tomados como testimonios
directos de la vida rural en nuestra región. Pero como verdaderos testimonios,
sin la afectación y el sentido analítico que caracteriza a escritores que,
interesados en el medio rural, no han vivido en él lo suficiente para conocerlo
a profundidad. Encontramos en ellos, además de los giros y la tensión propias
de un cuento, esos que deben ganar al lector por nocaut, a decir de
Julio Cortázar, una serie de elementos que describen, por sí mismos, una forma
de vida que acaso todavía se refugie en algunos rincones del valle de Autlán: el
contacto y la batalla cotidianos entre las personas y los animales silvestres,
el manejo del ganado y el rudo trabajo del campo como fondo de los dramas
personales, la fuerza todavía preponderante de la palabra hablada, que puede
tanto como un contrato y como un arma; la piedad y la obediencia filiales a
toda prueba. Pero también la violencia, la fiesta y las complejidades del amor.
Los personajes que protagonizan
estos Relatos de un campesino tienen personalidades complejas, dentro de
la aparente sencillez de sus vidas. Sufren o gozan, según el caso, de las
emociones que trae aparejadas el amor, son carcomidos por los celos o por las
ganas de vengar viejos y, acaso, pueriles agravios y están apegados a la tierra
como a la fuente de sus propias vidas. Todo con las palabras y giros del
lenguaje propios de nuestra ruralidad, que nos permiten comunicarnos entre
nosotros mientras afirmamos nuestra identidad regional dentro de la diversidad
global.
A lo largo del libro encontramos
lo mismo descripciones del paisaje del valle de Autlán en Camino a las
vacunas que ejemplos de la más pura maldad en Nos matamos por el agua,
las infaltables historias de apariciones sobrenaturales en El cazador o
una bucólica historia de amor en Una pedida de mano a la antigua. Cada cuento
está precedido por una fotografía que sirve para ilustrar su contexto
geográfico o su trama, realizadas algunas por Juan Pablo Hinojosa Correa y
otras por Alberto Ochoa Flores y José Feliciano. En la portada aparece un
dibujo del artista autlense Hiram Villaseñor García.
Relatos de un campesino
nos muestra las formas de vida de nuestros padres y abuelos sin recurrir a la
simple descripción sino “apuntando” hacia ellas, narrándonos historias inmersas
en ese ambiente para que las conozcamos por medio de la observación casi
directa.
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