Para trasladarnos de Autlán a
Ahuacapán actualmente utilizamos, por comodidad y rapidez, la salida a la Costa
por la calle de Guadalupe Victoria y seguimos por la carretera federal 80 hasta
pocos metros antes de comenzar a subir hacia la Cumbre. Ahí se encuentra,
visible y bien señalado, el crucero que nos lleva a Ahuacapán.
Pero existe otro camino, el
viejo, que era usado desde siglos antes de que se abriera la carretera a la
Costa. Éste parte actualmente del Periférico, frente a la colonia Las
Parotitas, y sigue una trayectoria recta hasta encontrarse con el camino que
viene de la ya mencionada carretera federal 80, formando un crucero. De ahí
solo resta caminar un tramo más y hace uno la entrada al pueblo de Ahuacapán.
Una sección del muro. |
Este camino viejo, como podemos
inferir, tiene su historia, de la que quedan aún vestigios físicos. A lo largo
de algunos cientos de metros podemos ver, a las orillas del camino, restos del
muro de grandes ladrillos que formaba parte del rancho El Terronal, dentro de
la hacienda de Ahuacapán en su lindero con el fundo del pueblo de Autlán. En el
mejor de los casos el muro ha sido usado como base para construcciones
modernas, como tejabanes, en la elemental urbanización que se está
desarrollando en ese lugar. En el peor, trozos del muro yacen derribados junto
al camino, a donde vienen a recoger ladrillos algunas personas, para
reparaciones o construcciones propias. El muro rebasa con holgura los cien años
de vida, los ladrillos de que se compone ya son cocidos y no simples adobes.
Está coronado a todo lo largo por ladrillos de una forma distinta,
semitriangular, con el que se logra dibujar una especie de cresta en lo alto.
Vestigios de una antigua puerta. |
También se pueden ver, en algunos
puntos, otros restos del rancho, como gruesos pilares o el marco de una gran
puerta, por la que ahora entran y salen camiones y tractores hacia los campos
de cultivo. Hasta este rancho llegaban, como dije arriba, los límites de la
hacienda de Ahuacapán, que a mediados del siglo XIX fueron motivo de un largo
litigio entre su propietario, don Pedro Regalado Michel Corona, y el Ayuntamiento
de Autlán. De este conflicto se derivó, en 1850, la primera disposición
conocida para determinar la antigüedad del pueblo de Autlán y su calidad de
pueblo indígena o fundado por españoles.
En el mismo año de 1850 y en el
contexto del mencionado pleito, el juez de primera instancia, Jesús Agraz,
otorgó a Pedro Michel la legítima propiedad sobre los potreros de Los Terrones
y de La Virgen, junto con todos los que estuvieran “como a media legua” al sur
del pueblo de Autlán, correspondiente a este rancho de El Terronal.
Un tejabán tomando como base el antiguo muro. |
El camino viejo a Ahuacapán, que
es todo de terracería, es recorrido en nuestros días, de forma cotidiana, por
todo tipo de vehículos relacionados con la actividad agrícola, incluyendo los
tráileres de la empacadora Bonanza, que tiene sus imponentes instalaciones en
este lugar. Pero esta tierra, hollada ahora por llantas de caucho de bicicleta,
moto y otros vehículos, fue en otro tiempo regada con la sangre de gentes
arrebatadas de su vida por el remolino de la Revolución.
Por aquí los zamoristas trasladaron
a Autlán los cadáveres de los carrancistas, producto de la carnicería que
hicieron con ellos en Ahuacapán el 10 de agosto de 1915, en la batalla más
cruenta de ese episodio histórico en nuestra región. Los federales, mandados
por Simón Cobián, estaban desayunando en la hacienda esa mañana, donde
pernoctaron luego del triunfo que sobre el zamorista Domingo Araiza lograron en
Autlán el día anterior. En esas les cayó Pedro Zamora con su gente,
desbaratándolos por completo. Según Ramón Rubín, Zamora habría mandado traer a
la Banda Autlán, dirigida por Feliciano García, para que lo acompañara en su
entrada triunfal al pueblo, en un macabro desfile que incluía carretas llenas
de los cadáveres de los federales y un burro en el que iba atravesado, desnudo,
el cadáver de Cobián.
Por este mismo camino, en mayo de
1918, falleció en circunstancias poco claras el hacendado de Ahuacapán Carlos
Valencia. Según una versión oral que se ha conservado desde entonces los de
Pedro Zamora lo habrían secuestrado y, previo desollamiento de las plantas de
los pies, lo habrían hecho caminar por el camino plagado de piedrecillas hasta
causarle la muerte. Su cadáver habría sido abandonado en el camino, previo
despojo de todo lo que llevaba de valor, incluyendo la ropa. Según la otra
versión, mejor fundamentada, el destacamento militar de Autlán, al mando del
capitán Gómez Flores, habría recibido la orden de la autoridad militar del
Estado de detener a Valencia por sospechas de estar en contubernio con los
bandidos zamoristas. Una escolta de soldados lo habría detenido en la hacienda
y, mientras lo trasladaba a Autlán, sufrió el ataque de los alzados para
liberar al reo. En la confusión el detenido habría intentado huir y uno de los
soldados abrió fuego contra él, dejándolo tendido. Las dos versiones fueron
publicadas en El Informador en su momento.
Pero no todo fue sangre y
violencia. Por ese camino viejo a Ahuacapán se estableció el vínculo entre la
hacienda, ahora pueblo, y Autlán; por ahí vinieron niños a estudiar la primaria
a la cabecera municipal y, una vez que hubo, también la secundaria y la prepa. Por
ahí circularían los agraristas de Ahuacapán y ranchos circunvecinos a hacer
trámites o a llevar sus productos a Autlán y, por fin, no pocos muchachos
saldrían de uno u otro pueblo a “noviar” al otro, a riesgo de sufrir corretizas
y pedradas de los vecinos de la interfecta.
No pocos de ellos apresurarían el
paso en ciertos tramos del camino, temerosos de las apariciones de espantos,
producto de todo lo que ocurrió en ese lugar.
El camino viejo a Ahuacapán es
perfectamente transitable en la actualidad.
Fuentes:
* El Informador. Ediciones del 5 y el 8 de junio
de 1918.
* La
hacienda de Ahuacapán. Conflictos de límites en 1850, por Ana María de la O Castellanos y Rafael
Cosío Amaral. Publicado en la revista Estudios Jaliscienses de febrero de 1994.
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