Foto de Andrés Ramírez Pelayo. |
La tarde de este miércoles 25 de septiembre se celebró en el Museo Regional la novena sesión de Conversaciones sobre Autlán, organizado por el cronista municipal. Con la asistencia de 12 personas, la sesión comenzó a las 19:05 horas.
Esta vez la conversación estuvo dedicada a recordar la llegada a Autlán del primer grupo de trabajadores del ingenio Melchor Ocampo, lo que tuvo lugar el 5 de octubre de 1969. Para comentar este acontecimiento, junto con todo lo que ocurrió alrededor a él, estuvo el señor Leonides Flores Orduñez, quien formó parte de aquel grupo de trabajadores y desde entonces vive en Autlán.
Para comenzar la conversación el cronista Guillermo Tovar Vázquez hizo algunos comentarios sobre el ingenio Melchor Ocampo y su impacto en el ámbito económico, al permitir un repunte en la economía de la región justo después de que la minera Autlán mudara sus operaciones al Estado de Hidalgo; en el ámbito social al propiciar la llegada de personas de otras regiones, con costumbres y formas de pensar distintas a las de los locales y en el ámbito ambiental, con los problemas inherentes al monocultivo, a la cosecha de la caña mediante la quema y a accidentes como el derrame de melaza al río Ayuquila en marzo de 1998. El ingenio, la única industria regional de importancia, ha influido, para bien y para mal, en la forma de vida de los habitantes del valle, por lo que es importante recordar sus inicios, dijo.
El señor Leonides hizo enseguida una narración, en forma de diálogo con el cronista, de cómo los trabajadores de aquel primer grupo llegaron a Autlán: dijo que son originarios de Usmajac, en el municipio de Sayula, Jalisco, donde trabajaron originalmente en un ingenio que abrió en ese lugar el señor Julio de la Peña con la ayuda del general Manuel Ávila Camacho, presidente de la República que estuvo casado con una sayulense. Ese ingenio, cuya zafra de prueba fue en 1945, tuvo problemas para abastecerse de caña por la renuencia de los agricultores de aquella región para sembrar esta planta, por lo que su dueño decidió venderlo. Luego de una venta fallida al cacique de La Resolana (Casimiro Castillo), quien murió asesinado antes de que la transacción se concretara, el ingenio fue por fin vendido a un industrial del Estado de Veracruz, quien lo instaló en la población de El Quilate, en el municipio de Martínez de la Torre. En ese lugar permanecieron 12 años, hasta 1969, con un breve lapso de unos meses en que fueron trasladados al ingenio de Tuxtepec, Oaxaca.
El ingenio de El Quilate, llamado Libertad, también pasó por problemas que lo obligaron a detener sus operaciones durante varios meses, en los que los trabajadores estuvieron cobrando su sueldo sin trabajar. El líder sindical José María Martínez (a quien don Leonides llama "el compañero Chema") los ayudó a trasladarse a Autlán para trabajar en el nuevo ingenio Melchor Ocampo, que se instaló aquí en 1969, a donde llegan el 5 de octubre. Previamente, el 26 de septiembre se levantó el acta constitutiva de la Sección 13 del Sindicato Azucarero, lo que les daba una certeza laboral.
Llegaron a Autlán 113 trabajadores, la gran mayoría de ellos jaliscienses, de Usmajac, y algunos veracruzanos, de Martínez de la Torre. Sus primeros trabajos fueron el acondicionamiento de las casas de la colonia Guadalupe, donde se asentaron, que habían sido construidas por la minera Autlán en la década anterior para sus trabajadores. Las casas eran muy rústicas, con camas de cemento, por lo que hubo que remodelarlas. Luego de esto comenzaron a trabajar en la capacitación de personal autlense para el manejo de los equipos y maquinarias del ingenio, porque la gente de aquí no tenía experiencia en eso. Por cierto, el ingenio, dijo don Leonides, fue montado con tecnología vanguardista, originaria de Francia, que incluía innovaciones que ellos mismos, que ya tenían experiencia en la industria, apenas conocieron aquí.
El exponente comentó que la gente de Autlán los recibió bien, a pesar de no conocerlos y de tener costumbres diferentes, por lo que se integraron fácilmente a la sociedad de aquí. Entre las diferencias con su forma de vida en Veracruz mencionó la de que aquí ya tuvieron necesidad de comprar frutas y verduras, productos que en el Golfo les eran regalados por los productores.
Hubo algunas cosas en las que los trabajadores sindicalizados aportaron al desarrollo de Autlán, don Leonides ejemplificó esto con el apoyo económico que dieron para que la preparatoria de Aurlán se convirtiera en dependencia directa de la Universidad de Guadalajara, para lo que la institución le pedía a Autlán un millón de pesos, de los que el sindicato aportó la mayor parte, con un fondo procedente de sus ahorros para educación. Esto permitió que la prepa de Autlán fuera la primera dependencia de la Universidad fuera de Guadalajara.
Al final hubo algunos comentarios y preguntas del público, sobre las huelgas o paros que le hubiera tocado conocer a don Leonides (quien respondió que en 45 años de trabajo no conoció alguna), accidentes laborales o ambientales (de los que sí refirió algunos, en los que incluso hubo fallecimientos) y sobre cómo los autlenses de hace 50 años se asustaban con la maquinaria del nuevo ingenio.
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