lunes, 4 de diciembre de 2017

Voces sepultadas en los archivos 16: la lucha de los músicos contra las radiolas



Es de sobra conocido, desde hace mucho, cómo los avances tecnológicos han venido facilitando algunas tareas realizadas cotidianamente por el hombre, al grado de que algunos dispositivos o maquinarias han llegado a sustituir a las personas en algunos trabajos: han surgido máquinas capaces de realizar cantidades de trabajo para las que normalmente se necesitaría un grupo de operarios. El aspecto negativo de esta sustitución es la pérdida del empleo por las personas sustituidas. que tienen que buscar una ocupación distinta.
Esto es común en trabajos manuales y poco especializados, que pueden ser ejecutados por una máquina programada para ese efecto. Donde ya no es tan común, o no lo creíamos así, es en la ejecución de tareas especializadas o para cuya realización es precisa la intervención del raciocionio, como la música.
Quienes resintieron gravemente la intrusión de la tecnología en su campo de trabajo fueron los músicos (elegantemente llamados filarmónicos) autlenses de mediados del siglo XX. Acostumbrados a amenizar las tardes y noches de los lupanares de la zona de tolerancia y siendo ésta su fuente de ingresos, mediante el cobro a los clientes por las piezas ejecutadas, percibieron una notable baja en la demanda de sus servicios cuando esos centros de esparcimiento comenzaron a contar con reproductores de música grabada, como sinfonolas o radiolas. Los parroquianos pedían al patrón de lugar alguna canción o, en su caso, depositaban una moneda en el aparato y podían escuchar la pieza de su elección, con la instrumentación (según el caso) de toda una orquesta a un precio mucho menor al que habría que pagarle a un trío de músicos que tocaran en vivo, por ejemplo.
Esta situación llevó a los músicos organizados a elevar al Ayuntamiento de Autlán una petición, con fecha 5 de marzo de 1948, en el sentido de que se restringiera el horario en que los negocios podían usar sus reproductores de música, con el fin de que en el resto del tiempo fueran ellos los encargados de inundar esos lugares con notas musicales.
El escrito, firmado por el representante de la Unión de Filarmónicos, señor Albino López, dice en su parte medular lo siguiente:

"Que desde que se instalaron en la zona de tolerancia aparatos eléctricos de música, tales como radiolas y sinfonolas, hemos venido resintiendo muy serios perjuicios en nuestros intereses, porque la escasa ocupación que solíamos encontrar en los lugares donde los aparatos funcionan, desapareció por completo.
Creemos que al igual que los propietarios de los aparatos musicales, tenemos el derecho de trabajar y explotar el trabajo a que nos hemos dedicado toda nuestra vida y que constituye nuestro único medio de subsistir; creencia que nos anima a solicitar del H. Ayuntamiento, como lo hacemos por la presente instancia, se reglamente el tiempo en que funcionen los multicitados instrumentos, de manera que nos dejen algún tiempo en el que podamos a nuestra vez trabajar".

El oficio, que se encuentra en el Archivo Histórico Municipal de Autlán, contiene las firmas de otros 30 músicos, entre ellos el señor José Santana, padre del afamado guitarrista de nombre Carlos.
El Ayuntamiento contestó a los músicos poco después, precisamente el 19 de marzo siguiente. Mediante oficio firmado por el presidente municipal J. Concepción Hernández Rangel, se comunicaba a los músicos que se aceptaba su petición, imponiendo un horario para el funcionamiento de radiolas y sinfonolas que iba desde las 15:00 hasta las 22:00 horas, fuera del cual los músicos podrían trabajar sin ese estorbo.
Ignoramos cómo haría el Ayuntamiento, si es que intentó hacerlo, para vigilar el cumplimiento de esta disposición.

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