Imagen tomada de Mitófago. |
El Segundo Imperio Mexicano, cuya soberanía recaía en la persona del emperador Maximiliano de Habsburgo, tuvo como signo distintivo, entre otros, la importación de ideas y formas de organización y de gobierno liberales y "científicas", novedosas para un país clerical y atrasado como el nuestro.
Esto se manifestó de distintas maneras: en la relación entre el Estado y la Iglesia, en la educación y otros servicios públicos y en el tema que nos ocupa hoy: la división territorial para efectos económicos y administrativos, que se reorganizó teniendo en cuenta factores como la población, la facilidad de las comunicaciones internas y el potencial económico de cada departamento (lo que anteriormente era un estado).
Y es que la división interna de la antes República Mexicana databa casi en su totalidad de la época del virreinato, con una distribución más bien caprichosa o, por lo menos, poco práctica, descendiente en buena parte de la manera en que los conquistadores españoles habían repartido el territorio en su momento. Esta división original no estuvo exenta de padecer trastornos derivados de las veleidades políticas del siglo XIX: así perdería Jalisco el actual territorio de los estados de Nayarit y Aguascalientes y Nuevo León perdería su franja fronteriza, entre otros casos.
El emperador Maximiliano pretendía reorganizar el territorio para fomentar el desarrollo económico y social de todo el imperio, que tenía enormes extensiones casi despobladas y subdesarrolladas pero con alto potencial económico. Así, el 3 de marzo de 1865 fue dictado (y publicado el día 13 en El Diario del Imperio) un decreto en el que se establecía la división del territorio imperial en 50 departamentos, divididos entre sí por límites naturales y, en lo posible, conteniendo cada uno climas y elementos de producción similares, además de medios de comunicación internos expeditos.
Portada de El Diario del Imperio del 13 de marzo de 1865. Tomado de Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, UNAM. |
Esta división fue obra del destacadísimo cartógrafo don Manuel Orozco y Berra, a quien el 27 de julio de 1864 el emperador había encomendado esta titánica tarea. Esta sería la primera (acaso la única) vez en la historia de nuestro país que se diseñaba una división política con elementos científicos y tomando en cuenta el desarrollo futuro de cada una de las demarcaciones.
En esta nueva división política Autlán pasó a ser la capital del departamento número XXVII, del mismo nombre, que según el decreto mencionado: "Confina al Norte con el Departamento de Jalisco, en los límites a éste señalados hacia el Sur. Al Este con los Departamentos de Jalisco y de Colima, conforme a las líneas trazadas en los lugares respectivos. Al Sur con el mismo Departamento de Colima y con el mar Pacífico. Al Oeste con el mar Pacífico. Le corresponde el puerto de Navidad. Su capital, Autlán." Con el departamento de Jalisco limitaba, según el mismo documento, por "la corriente del río de Cocula, desde su nacimiento hasta su incorporación con el de Ameca, y en seguida la corriente del mismo río Ameca, hasta su desembocadura en la ensenada de Banderas en el mar Pacífico", mientras que su frontera con el departamento de Colima era "una línea recta tirada del nacimiento del río de Cocula al ramal más oriental del río de la Almería (sic); este río hasta la confluencia con el de Cidra; de aquí otra línea recta al río de Chacala o Marabasco a la altura del pueblo de Cuzalapa, y por último toda la corriente del río Chacala o Marabasco hasta su desembocadura en la laguna del Terronate, y su incorporacion en el mar, en la punta de San Francisco." En resumen, el territorio del departamento de Autlán abarcaba toda la actual costa de Jalisco.
De esta manera Autlán tuvo durante el Segundo Imperio el mismo rango político que Guadalajara, capital del departamento de Jalisco, aunque de manera por demás efímera: tres días después de publicado el decreto de la división del imperio en 50 departamentos se expidió otro, el 16 de marzo de 1865, en el que se dividía el territorio imperial en ocho divisiones militares, respetando la división previa en departamentos. Autlán quedó en la cuarta de estas divisiones, con capital en Guadalajara y que comprendía los departamentos de Autlán, Jalisco, Nayarit, Zacatecas, Aguascalientes, Colima, Coalcomán y Tancítaro.
No solo la igualdad de rango entre Autlán y Guadalajara, sino incluso la existencia del departamento de Autlán duraría muy poco: el 18 de agosto de 1865, cinco meses después de su creación, el ministro de Gobernación comunica al prefecto de Autlán que "el departamento de Autlán se reincorporara al de Jalisco, quedando segregado de este departamento y agregado al de Nayarit, el distrito de Tepic."
El prefecto político del departamento de Autlán lo fue el español Ángel de Oyarzábal.
Fuentes:
VILLASEÑOR Bordes, Rubén. "Autlán", pp. 211-214.
COMMONS, Áurea. La división territorial del Segundo Imperio Mexicano, 1865. En Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, UNAM.
http://www.historicas.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc12/153.html#nf51
LÓPEZ González, Georgina. Los Tribunales Superiores de Justicia durante el Segundo Imperio. En Signos históricos, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665-44202011000200005&script=sci_arttext#nota
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