El altar fue diseñado y
construido por el artista tonayense Amador Toscano, autor también de los carros
alegóricos del Entierro del Mal Humor desde hace varios años. Instalado en la
esquina sur de las calles de Hidalgo y González Rubio, el altar consistió en
una tarima elevada poco más de un metro sobre el suelo, con tres columnas en cada
uno de sus costados sosteniendo un cielo raso color blanco. Sobre la pared del
fondo fue pintada una representación de la torrecilla del reloj, con una
bandera tricolor ondeando y rodeada de una rama de olivo y otra de laurel. Aunque
hace medio siglo la torrecilla estaba siendo sustituida por el actual edificio
de la Presidencia Municipal, con esto se demuestra cómo todavía sirve a los
autlenses como símbolo de identidad. Con profusión de arreglos florales en los
que abundaban los colores verde, blanco y rojo, al centro del altar se
encontraba la Bandera, al pie de la cual se colocó un libro con los nombres de ocho
personajes de la Guerra de Independencia: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Josefa
Ortiz de Domínguez, Vicente Guerrero, José María Morelos, José Antonio Torres,
José Antonio Béjar (el principal cabecilla en Autlán y la región) y Mariano Jiménez.
En este altar estuvieron haciendo
guardias de honor a la Bandera, a lo largo de casi cinco horas, organizaciones culturales,
educativas y políticas: escuelas de nivel básico, preparatorias y
universidades, cajas populares, instituciones de salud pública, partidos
políticos, sindicatos, logias masónicas, clubes sociales, grupos culturales, asociaciones
charras, funcionarios públicos y la Junta Patriótica.
Durante la actuación de Marco Antonio. |
Mientras se sucedían aquí las guardias
de honor, al otro extremo de la explanada, sobre la esquina de Venustiano
Carranza y José María Morelos, se desarrollaba un programa artístico con
sentido nacionalista. Ahí se instaló un escenario con iluminación y sonorización
profesionales, sobre el que se presentaron el grupo folclórico Autlán, de la
Casa de la Cultura; el ballet folclórico Aotlitlán, el mariachi Nuevo 2000, el
violinista Marco Antonio y los cantantes Miguel Aldaco, Doria Núñez, Pepe Uribe
y Luis Aarón González, quien cerró el programa ya muy cerca de las 23:00 horas,
para dar paso a la ceremonia del Grito.
Durante el Grito. |
Ante la expectación del público,
cuyo número debe haber sido de más de dos mil personas, distribuidas en los
distintos espacios alrededor de la explanada, a esta hora una escolta de
soldados del 102° Batallón de Infantería condujo la Bandera desde el altar
hasta el pie de la escalera que lleva al segundo piso de la Presidencia. Ahí la
entregaron a una escolta compuesta por policías municipales, que la llevaron a
la Sala de Cabildo, donde la entregaron al Presidente Municipal. Mientras esto
ocurría, se produjo una novedad: el secretario general del Ayuntamiento, Arturo
Eleuterio Vera Rodríguez, leyó el acta de la ceremonia de Jura de la
Independencia en Autlán, celebrada el 21 de junio de 1821 en la Plaza de Armas,
hoy jardín Hidalgo, con la que el pueblo de Autlán se adhirió al movimiento de
Independencia. En otros años, en este momento se leía el Acta de Independencia,
los Sentimientos de la Nación o algún otro documento de la época.
Enseguida el presidente
municipal, Gustavo Salvador Robles Martínez, salió al balcón de la Presidencia
a dar el Grito, en el que vitoreó a distintos personajes de la Guerra de
Independencia, incluyendo a los independentistas autlenses cuyos nombres
figuran en la placa que fue develada el 10 de septiembre en el jardín Hidalgo. Quienes
se encontraban al frente de la Presidencia en ese momento cantaron el Himno
Nacional y respondieron con energía a cada uno de los vivas, pero con mayor
entusiasmo cuando el presidente gritó “¡Viva Autlán!”. Al terminar los vivas comenzaron los redobles de las campanas de los cercanos templos de la Purísima, la parroquia del Divino Salvador y la Catedral.
Viva México. |
Al terminar la ceremonia tuvo
lugar un espectáculo de pirotecnia, con cohetes de los conocidos como bomba
lanzados desde el estacionamiento contiguo a la Presidencia y con la quema de
un castillo, sin buscapiés pero con la leyenda Viva México y una representación
del Escudo Nacional y diversos diseños dibujados con luces en sus costados.
En el jardín Hidalgo y en la
calle de González Rubio se instalaron puestos de comida, que a lo largo de
varias horas tuvieron un constante desfile de comensales. Ahí se podían
encontrar, desde luego, los tradicionales pozole, enchiladas y sopes,
conviviendo con los ya no menos tradicionales dogos, los vasitos de lote
y los biónicos, verdura cocida y otras cosas para comer.
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