Antonio en su estudio. |
El primer acto del mes fue la inauguración
de la exposición fotográfica 100 años de Antonio Alatorre, que ocurrió alrededor
de las 12:10 horas y con la presencia de unas 15 personas. Luego del corte del
listón, que se realizó a la entrada del salón, pasamos a escuchar una plática
del maestro Alfredo Tomás Ortega Ojeda, académico del Centro Universitario de
la Costa Sur, sobre la vida y la obra de Alatorre, a quien conoció de cerca en
los años del cambio de siglo, cuando estuvo en contacto con él para convencerlo
de venir a Autlán y para escribir el prólogo de las Crónicas de Autlán de la
Grana, Jalisco, de don Ernesto Medina Lima.
El maestro Alfredo Ortega. |
La plática del maestro Ortega
comenzó con un perfil de don Antonio, a quien calificó como “un extraordinario,
acucioso y minucioso traductor” y un intelectual de carácter universal pero que
se sentía autlense. Recordó, para ilustrar esto último, la anécdota de la ceremonia
de entrega del Premio Jalisco 1993, en la que don Antonio confesó sentirse
autlense y no jalisciense.
Las anécdotas continuaron en la
primera parte de la plática, recordando que el Museo se encuentra en el barrio
de Antonio Alatorre. El maestro describió algunos de los lugares cercanos al
Museo que fueron importantes en la vida de don Antonio, como la tienda El Gran
Número 8, la Escuela Superior para Niños, su casa paterna y la de su maestra
Mariquita Mares; lamentó la pérdida del archivo fotográfico de Bruno Mares, el
padre de la profesora, que incluía retratos y otras vistas del Autlán de
finales del siglo XIX y principios del XX; recordó el famoso chocolate de don
Gumersindo Alatorre y el curioso caso de su cortejo a doña Sara Chávez, el
nacimiento de la afición de Alatorre por las letras en su casa, donde su papá
les leía todas las noches fragmentos de libros, y que se afianzó gracias a la
influencia de la maestra Mares…
Con el Grupo Alatorre. |
Además de un repaso por el
desarrollo profesional e intelectual de Alatorre, desde su paso por el
seminario de Tlalpan hasta sus inicios en El Colegio de México y la Nueva Revista
de Filología Hispánica, el maestro Alfredo Ortega nos habló de la reconciliación
del filólogo con su pueblo natal, al que había prometido no regresar porque ya
no le gustaba el Autlán contemporáneo, con más ruidos y estridencia y menos
tranquilidad. Don Antonio, luego de varias peticiones, aceptó venir en un par
de ocasiones, una de ellas a presentar su libro El brujo de Autlán, el
24 de mayo de 2002, fecha en que se le impuso su nombre a la Casa Universitaria,
y a escribir el prólogo a las Crónicas de Autlán de don Ernesto, que
tiene por sí mismo un gran valor.
Para finalizar la plática, el maestro habló de El brujo de Autlán y La migraña, a las que calificó de dos pequeñas joyas que se salen de su obra general, más académica.
Antonio Alatorre como maestro de secundaria en Guadalajara. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario