Por Carlos Efrén Rangel
Ocurrieron, por lo
menos, dos momentos para enmarcarse durante la mesa redonda que alumnos de la
Secundaria Autlán tuvieron en el Pabellón Cultural de la Feria El Grullo 2020.
En ambos, jóvenes expositores y asistentes, se descubrieron capaces de hacer
algo que a veces juzgan imposible, que es compartir por escrito sus ideas,
emociones y aspiraciones.
La organización
de la Feria El Grullo 2020 convocó a la Secundaria Autlán a compartir un par
de experiencias que se han vivido en el plantel sobre la edición de libros. En
una animada mesa redonda, se rescató la experiencia de la publicación del libro
“Jóvenes 2.0”, que es una antología de 46 cuentos escritos e ilustrados por
alumnos, mismos que se realizaron como parte de un proyecto de los profesores
de Español del plantel, Martha Sandoval y Carlos Efrén Rangel. También del
libro “Diario de una Chica Rebelde” escrito por la alumna Andy Pérez Michel.
Participaron en la
charla los exalumnos Diego Cárdenas Contreras y Alondra Rojo López, y la propia
Andy. La mayor parte del auditorio estuvo integrado por alumnos del Colegio
Forja de El Grullo. Entre jóvenes que escriben y jóvenes que pueden escribir,
es que se tendieron interesantes lazos.
Existe la
arraigada creencia que los jóvenes actuales no tienen valores y viven una
existencia sin sentido, también una extendida idea que las nuevas generaciones
no leen y no escriben. Lo ocurrido la tarde de este lunes 13 de enero, dejó en
evidencia que ambas concepciones están equivocadas.
Diego, Alondra y
Andy compartieron que su experiencia como creadores, está motivada por el sueño
de materializar ideas exitosas, que las historias que plasmaron en las
publicaciones están inspiradas en vivencias y reflexiones que hacen sobre su
vida cotidiana, también que el ejercicio de escribir es liberador. Diego
compartió que además de gozar la satisfacción de ver publicado su texto, se
enorgullece de las tres ilustraciones que realizó. Alondra expresó la
experiencia que le ha servido en otros aspectos de la vida: “no importa si vas
a ser doctor, abogado o lo que sea, todo mundo tiene que escribir” y Andy
valoró la posibilidad de escuchar y reconocer diferentes puntos de vista para
lograr un texto.
Los tres alumnos
coincidieron en que si bien, el acto de escribir debe hacerse por gusto, es
necesario aprender a organizar y plantear ideas. “Uno cree que lo que escribe
es claro, pero se lo lees a alguien y no entiende nada”. Los profesores
presentes y los propios alumnos compartieron estrategias aplicadas en el aula y
en casa, para lograr textos que sean capaces de transmitir ideas.
Un momento muy
significativo ocurrió cuando los jóvenes creadores compartieron que en un
principio no se sentían capaces que escribir, y cómo después han ido recogiendo
los frutos de vencer el miedo y la flojera. Animaron a los jóvenes asistentes a
que lo intentaran y a utilizar las plataformas digitales para compartir sus
ideas: “hasta contar una anécdota divertida en WhatsApp es un buen espacio”.
Entonces llegó un
momento trascendente. Alumnos del público que comenzaron la charla con una
actitud indiferente, levantaron la mano y compartieron su experiencia al haber
coincidido en un programa de redacción e intercambio de cartas entre alumnos de
secundaria, que nació entre los jóvenes escritores de los libros expuestos y
que terminó extendiéndose a numerosas escuelas de la región.
Compartieron
alegremente sus percepciones sobre las cartas más interesantes, el encontrarse
con adolescentes de otras ciudades con gustos y preocupaciones similares, y se
vieron todos, miembros de una misma generación, capaz de expresar sus visiones,
mismas que son leídas con interés por otras personas, es decir, que la
literatura crea comunidad y vínculos.
La formalidad de
la mesa redonda concluyó con algunas preguntas, con felicitaciones y con la
entrega de reconocimientos, pero en la informalidad de la exposición concluida,
quedan otros espacios para atesorar, como que de entre el público se
desprendieron jóvenes grullenses con ganas de escribir, para acercarse a los
jóvenes autlenses que ya han publicado historias para confesarles: “Tengo la
inquietud de contar esta historia”… y que en sus propios códigos, maneras y
formas, sostuvieran amenas charlas con posibles estrategias para lograrlo,
pláticas que convirtieron a dos desconocidos en futuros cómplices del mundo de
las letras.
Son jóvenes que escriben, y para fortuna seguirán
escribiendo.
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