La noche de este viernes 29 de enero
se celebró en el salón de usos múltiples del Museo Regional la duodécima sesión
del ciclo Conversaciones sobre Autlán, organizado por el cronista de Autlán,
Guillermo Tovar. Con la asistencia de 16 personas, la sesión comenzó a las
19:10 horas. Esta vez la exposición que dio pie a la conversación estuvo a
cargo de Carlos Martín Boyzo Nolasco, autlense, vicepresidente de la Asociación
de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco y cronista de Atemajac de
Brizuela. Su tema fue Antonio Rojas. La leyenda
negra.
Con un retrato de Antonio Rojas
como fondo, proyectado sobre uno de los muros del salón, Carlos Boyzo comenzó
la plática con una reflexión sobre el trabajo de los cronistas municipales, que
van narrando los acontecimientos que ocurren en su comunidad con una intención
literaria, atractiva al lector. Este trabajo constituye una de las fuentes de
la Historia, a la que acudirán los historiadores del futuro.
Enseguida, antes de pasar a la
historia de Antonio Rojas, el cronista hizo un repaso por los antecedentes de
la guerra de Reforma en México, desde la promulgación del Plan de Ayutla hasta
los primeros levantamientos en Autlán para oponerse a la Constitución de 1857. La
primera manifestación aquí fue la quema de un ejemplar de la Constitución por
Santiago Garabito, un personaje de carácter bullanguero que se había levantado
en armas en Yahualica en 1858, para pasar enseguida al centro y a la Costa de
Jalisco.
Antonio Rojas, siguió explicando
Boyzo, se levantó en Tepatitlán en ese año pero a favor de la Constitución
luego de que el gobierno de Félix Zuloaga le quitara una propiedad raíz, de las
llamadas “de manos muertas”, ubicada en Atoyac, que antes se le había otorgado
conforme a las Leyes de Reforma. Como no podía ser de otra forma, el expositor
destacó de Rojas su carácter violento y las acciones bárbaras que cometió
contra la población civil, incluyendo el asesinato del conservador José María
Blancarte luego del triunfo liberal y la consiguiente puesta “fuera de la ley”
de Rojas por parte del gobernador Santos Degollado.
Según la información expuesta en
esta conversación, Antonio Rojas estuvo activo durante la guerra de Reforma en
los Estados del Occidente de México, realizando ataques a Aguascalientes, Teúl y
otros lugares, aunque el principal escenario de sus correrías fueron las
sierras del Tigre y de Mascota. Su cuartel general habría estado en Autlán, en
una finca ubicada sobre la actual calle de Matamoros, frente a la Alameda. Esa casa
sería conocida como “el cuartel de Rojas” todavía en la década de 1970. También
combatió a los invasores franceses durante la Intervención, enfrascado en una
carrera de crueldad en la que ambos bandos recurrían a acciones de saña extrema
contra la población civil: quema de pueblos enteros, como Mascota, asesinatos,
robos, extorsiones y leva eran el pan de cada día para los habitantes de
nuestra región. Boyzo llamó a la carrera de Antonio Rojas “un camino de sangre”.
Sin embargo, una atenuante para
los crímenes de Rojas, según dijo el expositor, aunque sin justificar la
violencia ejercida sobre los civiles, fue que este personaje fue siempre fiel a
un solo bando político y murió con las armas en la mano contra el invasor
extranjero: el 28 de enero de 1865 se enfrentó a las fuerzas del francés
Alfredo Berthelin, apodado la Avispa,
en las cercanías de Unión de Tula, donde fue vencido y muerto.
La historia de Antonio Rojas que
nos fue expuesta por Carlos Boyzo, resumida aquí de forma apretada, estuvo
salpicada por anécdotas que la hacían aún más interesante y que ayudaban a
conocer mejor la personalidad y el contexto en el que vivió este personaje: la
saña con que se conducía contra el pueblo de Mascota, patria chica de los
militares conservadores de apellido Tovar, al que mandó quemar en una ocasión,
sin que se salvara la casa de la familia que le había dado hospedaje; el balazo
que recibió en Autlán luego de una insurrección de sus propios hombres y que le
causó fuertes y constantes dolores el resto de su vida, que le agriaban aún más
el carácter haciendo que decidiera muertes y otros crímenes de forma
intempestiva; la promulgación del plan de Zacate Grullo, en el actual pueblo de
El Grullo, en el que se amenazaba con la muerte a los civiles que no ayudaran a
sus Brigadas Unidas… pero también la crueldad con la que se conducía el francés
Berthelin, contraguerrillero que habría llegado a Jalisco con la consigna de
hacerse más temible que el mismo Rojas y que también cometió asesinatos y toda
clase de abusos contra los civiles.
Luego de la exposición logró entablarse una
conversación con los asistentes, en la que se vertieron comentarios que
destacaban las características literarias de la personalidad de Rojas,
comparaciones entre éste y Pedro Zamora y los matices que hay que tener en
cuenta antes de clasificar a un personaje como bueno o malo: en el caso de
Rojas, la crueldad de sus enemigos, la invasión militar de un país extranjero y
su fidelidad a un mismo bando político serían atenuantes con los que no contó
Zamora. Hubo quien recordó, además, la huella que dejó Rojas en el habla
popular autlense durante varias generaciones en la expresión Préstamos de Rojas, para referirse a un
préstamo monetario de dudosa recuperación.
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