De izquierda a derecha: Alfredo Ortega y Jesús Medina. |
Pasaron más de siete años para que el patio central de la Casa Universitaria Antonio Alatorre, un espacio que ofrece las características ideales de espacio, comodidad y acústica para actividades de grupos pequeños y medianos, como las presentaciones de libros, albergara un acontecimiento de este tipo. La tarde de este jueves 11 de abril el escritor autlense Alfredo Ortega presentó aquí la segunda edición de su cuento infantil Yo no quiero ir en tren ante unas 50 personas, entre las que se encontraba un grupo completo de estudiantes de la Escuela Preparatoria Regional de Autlán. Curiosamente el último libro que se había presentado en esta Casa había sido La Bruja, del mismo autor, en diciembre de 2011, antes de que el recinto fuera inhabilitado por presentar problemas estructurales.
Fue a las 19:05 horas cuando el profesor Jesús Medina, comentarista del libro, tomó la palabra para hablar de la calidad estética de esta segunda edición, que calificó de pulcra. Recordó que el ilustrador del libro, Roberto Pulido, ganó el segundo lugar del premio de pintura José Atanasio Monroy 1999 con la obra El cielo guarda sus secretos, que se encuentra expuesta en la Casa Universitaria junto con otras piezas ganadoras de diferentes ediciones del premio.
Dijo que es inevitable, cuando uno lee alguna obra literaria, no encontrar relación entre lo que se narra en ella y las historias y recuerdos propios; él encontró los suyos en la evocación de su abuelo y de su padre, quienes fueron trabajadores de ferrocarriles, y en algunas experiencias como viajero de tren, que procedió a contar. Del maestro Alfredo Ortega, aseguró que tiene oficio de escritor, fruto de años de pensar, escribir y corregir. "Ya tiene su propio estilo literario y eso, señores, no es fácil", fue la frase con la que se despidió.
Enseguida el autor del libro contó el origen de los personajes de su cuento, presentando "en vivo" a uno de ellos: un polluelo de cóndor de peluche, que aparece en un lugar importante dentro de la trama. Habló también del derecho a la nostalgia que tienen quienes viajaron en tren y cuyos buenos recuerdos no podrán tener las nuevas generaciones, luego de la desaparición del servicio de pasajeros en México, y del derecho de los niños a la fantasía, a vivir y soñar conforme a ella. Estos dos derechos están presentes en su obra. Por último, antes de recibir y responder algunos comentarios de los asistentes, el maestro Alfredo Ortega leyó el capítulo Atacan los villistas.
Alfredo Ortega cuenta con un merecido y creciente prestigio como cuentista.
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