Ignacio Zaragoza y Benito Juárez,
personajes emblemáticos del combate al invasor francés, prestan sus nombres a
uno de los ejes de calles más largos de Autlán: comienza en las inmediaciones
del barrio de Las Montañas, con mayor precisión en el barrio de Las Tres
Piedras (cuyo nombre se sebe al de una tienda de abarrotes que hace mucho
funcionó aquí), sitio antiguo y tradicional donde con el nombre de Zaragoza
hace bocacalle con la calle de Ignacio Aldama, y termina 19 cuadras al sur, en
el cruce con la calle de Carlos Arruza en el fraccionamiento Villas Taurinas,
que está cumpliendo apenas seis años de estar habitado. Un tramo largo en
distancia y en tiempo. Y, al parecer, esta concordancia en los nombres no es algo nuevo: según un plano de 1885 al que tuve acceso,
anteriormente llevaban los nombres de Mezcala y de Encarnación Rosas,
respectivamente, recordando a la lucha por la Independencia que se libró en el
lago de Chapala.
Inicio de Ignacio Zaragoza hacia el sur. |
Pero solo las primeras tres
cuadras, entre Ignacio Aldama y Miguel Hidalgo, llevan el nombre de Ignacio
Zaragoza. Tres cuadras en la parte vieja de Autlán, habitada desde los inicios
de la historia del pueblo, lo que se nota en la arquitectura de algunas de las fincas
que encontramos al recorrerla y de las que encontramos ejemplos notables casi en cada uno de los cruces de esta calle: justo al arranque, en la esquina oriente,
encontramos una construcción utilizada como comercio y que cuenta con el mostrador
de madera típico de las tiendas de abarrotes de principios del siglo XX. Su fachada,
aunque ya modificada parcialmente en la puerta de la esquina, presenta unos
remates de barro ya incompletos, entre los arcos invertidos que conforman su
parte superior.
Una larga cuadra adelante, en la esquina noreste de su cruce
con Nezahualcoyotl, está una de las fincas más antiguas y famosas de Autlán aún
en uso: la famosa Casa Vieja donde funciona actualmente una talabartería y que
en otros tiempos fue también una tienda de abarrotes. De esta actividad da
cuenta el notablemente bien conservado mostrador de madera que muestra la
leyenda “Febrero de 1908” en su parte superior.
La Casa Vieja. |
Y, por último, en la esquina noreste del cruce con Miguel
Hidalgo, está el Instituto Autlense, construcción debida a la generosidad de
don José Corona Araiza, de la segunda mitad del siglo XIX. Además de los
detalles de su construcción que podemos encontrar en cornisas, ventanas y desagües,
es obligado detenernos un rato a escudriñar entre los medianamente conservados bloques
de cantera de la fachada y en las losas de su banqueta, algunos de los cuales
presentan inscripciones ya casi eliminadas por el paso del tiempo y de los
peatones.
Detalle de la esquina del Instituto Autlense. |
Pero no solo estos ejemplos
notables son dignos de apreciarse al recorrer la calle de Zaragoza. Sus tres
cuadras conservan casas de arquitectura típica de la región, algunas de ellas
remodeladas recientemente respetando su esencia. Conforme nos acercamos al
centro vamos encontrando también ejemplos de arquitectura modernista, en la que
abundan las líneas rectas y los cubos y, sin falta, encontramos espacio para
los automóviles, ausente en las casas antiguas.
Además del Instituto Autlense hay
otros sitios en la calle de Zaragoza con valor histórico: contraesquina de la
ya mencionada Casa Vieja se encuentran las antiguas instalaciones de la clínica
San Francisco, construida por la Compañía Minera Autlán en la década de 1950
para el servicio médico de su personal y que ahora sirven como guardería. Un poco
más hacia el sur, por la acera oriente, está la antigua casa de don Jaime
Llamas García, uno de los líderes sociales autlenses de mediados del siglo XX,
en cuya sala pueden verse, a través de las rejas de sus ventanas, un par de
cuadros de la mejor época de José Atanasio Monroy. Además, en el número 23 de
esta calle nació el 2 de febrero de 1931 el eminente músico y compositor
Hermilio Hernández, según consta en su acta de nacimiento.
Antigua clínica San Francisco. |
El arbolado de la calle es muy
escaso, hallamos apenas algunos cítricos afuera de la Casa Vieja y unos
ejemplares de ficus en la esquina del frente, más algunos almendros en la
última cuadra. Sin embargo, la altura de la mayoría de las fincas, mucho mayor
al uso actual, suple de alguna manera la sombra que podría dar un arbolado
abundante y sano. La calle es mayormente habitacional en su primera cuadra, en
la que encontramos algunos negocios de comida (un restaurante de mariscos, una
pizzería, una hamburguesería, una cenaduría) y se va volviendo comercial
conforme avanzamos al sur: en la segunda cuadra encontramos algunos talleres,
de torno y automovilísticos, y en la última hallamos gran variedad de giros,
que van desde una lavandería hasta un despacho de arquitectos, pasando por las
oficinas de una compañía de cable y dos negocios de bastante fama en Autlán y
la región: el restaurante-bar Arena, que conoció su época de auge en la década
de 1990 aunque aún se mantiene vigente, y la tradicional panadería Franco.
El trazo de la calle de Ignacio
Zaragoza es irregular, como todos los de este lado del pueblo, por lo que para recorrerla
hay que zigzaguear constantemente. Y, si vamos a hacerlo, es recomendable que
sea caminando, para poder estar en condiciones de percibir los resabios del
ambiente provinciano que permite el entorno de esta calle, breve aunque llena
de cosas qué ver.
Ignacio Zaragoza fue un militar mexicano
del bando liberal, nacido en el territorio del actual Estado de Texas el 24 de
marzo de 1829. Aunque estuvo presente en hechos de armas tan importantes como
la batalla de Calpulalpan, es recordado sobre todo por haber obtenido el
triunfo en la batalla del 5 de mayo de 1862 en la ciudad de Puebla, donde
rechazó a las tropas francesas y mexicanas imperialistas comandadas por el general
Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez. La frase que inicia el mensaje
con que informó de este triunfo al general Miguel Blanco, ministro de Guerra y
Marina, ha pasado a la historia de México como uno de sus momentos más notables,
aunque ligeramente modificada. En el documento original dice: “Las armas del
Supremo Gobierno se han cubierto de gloria”.
Extremo de la calle de Zaragoza, hacia el norte. |
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