Cartel de una presentación del ballet La Grana en 2011. |
Los Juegos Olímpicos son uno de los acontecimientos más importantes del año en el aspecto deportivo, pero también en lo relativo al espectáculo. Espectadores de todo el mundo estamos al pendiente del desarrollo de los juegos, ya sea por lo vistoso de las competencias o por el ligero morbo de saber quién compite y qué país acumula más medallas conforme pasan los días. También, claro, para lamentarnos por los magros resultados de la delegación mexicana y, ya en los tiempos de las redes sociales, para crear mames a la menor provocación.
Una de las características de la mayoría de los espectadores olímpicos (me incluyo) es el repentino interés que nos provocan disciplinas que en los cuatro años previos desdeñamos “olímpicamente”, aun sabiendo que existen: el bádminton, los clavados, el boxeo amateur, la gimnasia, la halterofilia, las carreras de velocidad y de fondo, el lanzamiento de tal o cual cosa, el salto de un modo y de otro… sabemos o intuimos que hay atletas mexicanos entrenando y quizás compitiendo en esas disciplinas, pero en realidad no nos interesa. Solo mostramos un poco de atención hacia ellos cuando están destacando en competencias internacionales o participando en los Juegos Olímpicos. Así somos…
En Autlán, cuando nos enteremos de una próxima presentación en el pueblo del ballet La Grana, de alguna de las orquestas (sinfónica o típica) o de cualquier grupo o artista local, paguemos un boleto (bueno, muchas veces las presentaciones son gratis) y asistamos. No esperemos a que se presenten en foros importantes fuera del pueblo o en festivales en el extranjero para hacerles caso.
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