Cuando yo estaba en la primaria, por allá en los años 80, era común que algunas de las maestras más veteranas aplicaran el término sirimico a aquel de sus alumnos que se distinguía por su actitud festiva, por no decir que se comportaba como un payaso (en el mal sentido de la palabra) y que padecía de verborrea. La parabreja tiene un sonido bastante chistoso, tanto que a veces movía a risa más que las acciones del aludido.
Sirimico significa, por lo menos en el uso que se le da (o daba) en Autlán, precisamente sangrón, hablador, alguien que cae mal con su forma poco seria de comportarse. Este uso está respaldado por la opinión del reconocido estudioso Luis Sandoval Godoy, quien anota los términos sangrón y pesado como sinónimos de sirimico en el español que se habla en el sur de Jalisco.
Lo que sí es bastante más difuso es el origen de la palabra. En el estudio etimológico Toponimia del Alto Mijares y del Alto Palencia, de la filóloga Natividad Nebot Calpe, se señala que la palabra cirimico sería el diminutivo de una derivación de cermeña, una variedad de pera llamada así probablemente por su llamativa fragancia. ¿Tendrá algo que ver esta calidad aromática con lo llamativo de la conducta de un sirimico?
Otras palabras similares, por lo menos en su sonido, son la hondureña sirifico, con la que se nombra a alguien mentiroso, y chirimía, que se usa en Guatemala para señalar a alguien que habla demasiado y con voz aguda.
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