En su obra cumbre, Pueblo en vilo, don Luis González y
González, el padre de la microhistoria, nos cuenta sobre la rivalidad soterrada
(o no tanto) entre su pueblo San José de Gracia, Michoacán, y su vecino Mazamitla,
Jalisco. Es una de esas rivalidades expresadas en comentarios, puyazos y
alegatas entre los naturales de cada pueblo, en los que se ensalzan las
ventajas de uno sobre el otro.
Aunque casi nunca trascienden las
enfadosas alegatas que mencioné antes, estas rivalidades son muy comunes entre
los latinoamericanos. Así, las vemos entre uruguayos y argentinos,
centroamericanos y mexicanos o jalisquillos
y chilangos, por solo mencionar
algunos de los ejemplos más conocidos, quienes siempre compiten por poder
presumir (verbo que conceptualiza mucho de la esencia de estas formas de competencia)
un mayor desarrollo, un mejor equipo de futbol, mayor nivel cultural y hasta mujeres
más bellas. La lista de presunciones,
por supuesto, no es exhaustiva y nunca terminará de crecer.
De ninguna manera nuestra región
podría sustraerse a la existencia de pueblos rivales. Aunque actualmente, con
la llegada a Autlán de jóvenes de todas las poblaciones de la región a estudiar
en el CUCSur, los de fuera suelen
hacer comentarios comparando favorablemente las costumbres y características de
su lugar de origen con las de Autlán, la rivalidad más añeja de la región es
entre autlenses y grullenses.
Desde hace varias generaciones
(me imagino que desde que El Grullo existe como pueblo), siempre ha existido un
pique o competencia entre los
originarios de los dos pueblos. Es casi inevitable que donde se junten
autlenses y grullenses (un salón de clases, una fiesta) comiencen, en cuanto
agarren confianza, las discusiones de cómo en El Grullo hay más comercio, pero
en Autlán está el CUCSur, pero en El Grullo hay más tradición musical, pero
Autlán tiene más historia, pero El Grullo siendo más joven casi tiene los
mismos servicios, pero tienes que ir a Autlán a cualquier trámite, pero su
Carnaval es puro vicio, pero bien que se llena de grullenses… y así ad nauseam.
Aunque esta clase de competencia
parece ser inevitable por ser parte de nuestro carácter latino, además de
resultar divertida hasta cierto punto, si un día se reemplazara por una actitud
de cooperación e intercambio amistoso, como comienza a hacerse en algunos
círculos, sobre todo artísticos y de difusión cultural, el binomio Autlán-El
Grullo podría convertirse en uno de los polos de desarrollo más importantes de
Jalisco, al nivel de ciudades mucho más grandes ubicadas en otras regiones.
Quizás
algún día lo veamos.
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