La ponencia, que fue presentada vía
remota desde Guadalajara, comenzó con una explicación en la que su autor mencionó
que es parte de un trabajo de diez años de investigación, que espera publicar
completa este año. En ella se ofrecen datos de la situación de inseguridad que
vivían Autlán y la región entre el breve tiempo que pasó desde la amnistía de
Pedro Zamora y el inicio de la rebelión delahuertista, cuando operaron aquí
varias gavillas de bandoleros, rescoldo de la Revolución.
El ponente, para contextualizar
el tema, habló del periodo en que Pedro Zamora estuvo en Autlán, entre mayo y
agosto de 1920, como jefe de operaciones militares en la región, y de su último
levantamiento, el día 9 de este último mes. Aquí nos explicó con cuántos
recursos contaba Zamora en este levantamiento, tanto en cantidad de hombres
armados como en dinero, que obtuvo de un préstamo forzoso que hizo a los ricos
de Autlán.
Pero la parte medular de la
conferencia se trató de otros personajes, que no pudieron abandonar “sus vidas
de latrocinios”, como Mucio Maldonado, apodado “el Bote”, y su hermano Ramón,
en la zona de San Gabriel y Tuxcacuesco; Agustín Michel en Tonaya y un jefe de
la Acordada, de apellido Ochoa, en El Limón, quienes mantuvieron la inseguridad
en los caminos y en los mismos pueblos de la región, ocasionando incluso que
familias enteras abandonaran sus domicilios para mudarse a Guadalajara en busca
de mejores condiciones de vida. En este periodo ocurrieron sucesos que hoy nos
parecerían sumamente violentos: fusilamientos en el cuartel de La Luna, ubicado
en la esquina de las actuales calles de Mariano de la Bárcena y Álvaro Obregón y/o
el apilamiento de cadáveres en la acera de ese cuartel, el asalto a la hacienda
de La Estancia por un grupo de individuos de los que se cree que eran antiguos
trabajadores de ese lugar y el asalto a los domicilios de familias pacíficas, que
incluían asesinatos, raptos y violaciones.
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