Huella dactilar. Imagen tomada de Conecta, el sitio de noticias del Tec de Monterrey. |
Al inicio, el expositor mencionó cuáles
son los llamados datos biométricos, que son diferentes en cada persona y, por
lo tanto, pueden servir para identificarnos prácticamente sin error: las
huellas dactilares, la geometría de la mano, el iris o la retina, las venas de
la mano e incluso la grafía, la manera en que cada uno escribimos. Dijo que algunos
de estos datos ya se usaban, de forma rudimentaria, en civilizaciones antiguas
para identificar a ciertas personas, por lo general de dignidades altas.
En la actualidad existen otros
datos que sirven para identificar a las personas y están relacionadas con los
datos biométricos: la presión que se ejerce al teclear, las inflexiones y
potencia de la voz, entre otras. El profesor Ruiz explicó que los datos
biométricos son recopilados por aplicaciones, instituciones como bancos o entes
tributarios para identificar con precisión a sus usuarios y ofrecerles
servicios o información personalizada: desde la seguridad en el uso de
dispositivos electrónicos o el acceso a cuentas bancarias hasta la medición de
signos vitales, cantidad e intensidad del ejercicio físico, entre una enorme
cantidad de usos. En palabras del expositor, “esto facilita la vida cotidiana”.
Sin embargo, dijo que el hecho de
que otros tengan registro de nuestros datos biométricos entraña la posibilidad
de que se haga mal uso de ellos. Existe el riesgo, mencionó, de que quienes acceden
a ellos puedan manipularlos y cometer delitos como la suplantación de identidad
o el comercio de estos datos con fines, en el mejor de los casos, publicitarios
o electorales. Esto puede poner en serio riesgo el patrimonio y la integridad
física de las personas afectadas.
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