El 6 de diciembre de 1866, según
don Ernesto Medina Lima, entraron a Autlán las fuerzas republicanas al mando de
Miguel Paz, ya sin resistencia de los imperialistas. Paz se instaló como jefe
político y, con ese acto, quedó restaurada en Autlán la administración republicana
en sustitución de la impuesta por el Imperio. Aunque faltaba más de medio año
para la muerte de Maximiliano y la restauración de la República en todo el
país, Autlán ya podía comenzar a reorganizarse.
Esto no sería tarea fácil: como
todo el país, nuestra región venía de una guerra de casi diez años, cruel y
destructora como todas las guerras y, también como todas, especialmente
encarnizada contra la población civil. En esos aciagos años se vieron en Autlán
y sus alrededores los excesos y crímenes cometidos por Antonio Rojas pero
también por el francés Berthelin, la sabiduría y discreto liderazgo de Antonio
Borbón y la elocuencia de Ireneo Paz, entre muchas otras situaciones, todas
dentro del contexto del conflicto de la Guerra de Reforma y su continuación en
la Intervención Francesa.
No era tarea fácil, pero los
autlenses acometieron la restauración con entusiasmo, incluyendo lo relativo a
la celebración del Carnaval. En sesión de Ayuntamiento celebrada el 12 de
febrero de 1867, hoy hace 154 años y apenas un par de meses después de la
entrada de las huestes republicanas, la corporación discutió asuntos de índole
fiscal junto con otros relacionados con la cárcel municipal y con el orden que
debían observar sus integrantes. Y, entre esos graves asuntos, también hablaron
del Carnaval, como veremos en los párrafos del acta respectiva que transcribo
enseguida, tomados del libro de actas de ese año, que obra en el Archivo
Histórico Municipal de Autlán:
“Sesión extraordinaria del 12 de
febrero de 1867 presidida por el C. García.
…
El C. Gómez manifestó que no está
arreglado lo de recibimiento de toros para las próximas fiestas y pide se
termine este cargo. Después de una detenida discusión se acordó: 1° que la
comisión procure reunir fondos previa invitación de los artesanos y se
distribuyan con igualdad en los recibimientos, excepto en los encomendados al
bello sexo, o los empleados y el comercio. 2° que se solicite para ellos la
casa del C. Mariano Michel.
…
El C. Hurtado manifestó los
contratos que de las fiestas hizo de músicas de viento, de cuerdas y de
chirimía, haciendo presente que si faltaba fondo para cubrirlas, daría el
déficit la administración de propios. Se discutió largamente este negocio,
dominando la idea de no gravar el fondo principal. El resultado fue: que la
comisión, sin gravar más de lo acostumbrado a los que especulan con puestos y
ventas, juegos, etc., haga los gastos, y si sobra algo, lo tome por sus
trabajos, que son bastante molestos y minuciosos.
Se levantó la sesión. Asistió el
C. presidente y los munícipes CC. Ribera, Hurtado, Topete, Monroy, Velasco,
Corona, Robles, González y síndico.”
El documento da para muchas interpretaciones y deducciones, yo comenzaría con las más fáciles: el Carnaval representaba ya entonces una actividad de importancia en la vida de los autlenses, ya contaba con elementos como el recibimiento y la chirimía. Y, claro, que al término de una época tormentosa, en la que no hay tiempo para festejar, viene siempre la calma.
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