Foto de Martha Corona. |
En la sesión fungió como anfitrión
el cronista Carlos Martín Boyzo Nolasco, quien presentó el trabajo Simón
Gutiérrez, la Simona, bandolero y patriota terror de los pueblos. Fue este
uno de esos personajes que defendieron a México luchando contra los invasores
franceses pero con usando de violencia y abusos contra la población civil,
según explicó Boyzo en la introducción.
Ya desde el inicio de su
ponencia, el también vicepresidente de la Asociación de Cronistas Municipales
del Estado de Jalisco dio un dato contundente: Simón Gutiérrez no nació en
Tuxcueca ni en Teocuitatlán, como se afirma en algunas publicaciones, sino en
San Miguel el Alto, según se asentó en el acta de nacimiento de su hija Nieves y
que encontró en colaboración con Raúl Rivera Bernal. El origen de Simón Gutiérrez
se refuerza con su fe de bautizo, fechada el 30 de septiembre de 1833 en San
Miguel, que además podría explicar el origen de su apodo: el infante bautizado
está registrado como Simona Gutiérrez, aunque el nombre correcto es Simón.
La Simona casó en Cuisillos, en
la jurisdicción de Tala, en 1857, para entonces ya tenía años viviendo ahí y anteriormente
había residido en la hacienda de La Venta, en Zapopan. En palabras del ponente,
el nombre de Simón Gutiérrez causaba “terror total” en los pueblos, debido a las
vejaciones a que sometía a sus habitantes. Como parte de las guerrillas del
también terrible Antonio Rojas, Gutiérrez participó en batallas contra los
franceses en Cuisillos, el 21 de marzo de 1864 y en la firma del plan de Zacate
Grullo el 13 de diciembre de 1864. El 27 de enero de 1865, un día antes de la
muerte de Antonio Rojas, la Simona atacó Ejutla y cometió secuestros de
señoritas y de vecinos pudientes; ante eso, los vecinos de Autlán firmaron un
acta de adhesión al imperio, por miedo a la cercanía de Gutiérrez. Según Carlos
Boyzo, esta acta fue firmada por más de 300 vecinos, entre ellos José Antonio
Cuéllar; el futuro director de la Banda Autlán, Feliciano García; Víctor Hurtado,
Jesús Romo de Vivar y otros.
Simón Gutiérrez atacó Autlán el
23 de mayo de 1866, siendo rechazado por los vecinos, que lo persiguieron por
espacio de seis leguas. De aquí pasó a Santa Rosalía, Ahualulco, Zacatecas, y en
Mazatlán participó en una batalla contra los franceses. Tiempo después estaría
en Michoacán, luchando bajo las órdenes del general Vicente Riva Palacio. En esa
época se acuñaría la famosa y chocante frase de “Jalisco nunca pierde y cuando
pierde arrebata”: en una batalla contra los franceses, la gente de la Simona,
en lugar de atacar al enemigo, se lanzó sobre los caudales que conducía la
tropa invasora. Al término de la batalla, Riva Palacio echó en cara a Gutiérrez
esta actitud, a lo que el bandido le respondió “Jalisco nunca pierde”. “Y,
cuando pierde, arrebata”, le habría revirado el futuro embajador en España.
Simón Gutiérrez también estuvo en
el sitio de Querétaro, donde no permitió que Tomás Mejía rompiera el cerco en
una ocasión. Según una leyenda que nos refirió Carlos Boyzo, habría sido la
Simona quien condujo a Maximiliano a la presencia del general Ramón Corona para
que se rindiera; por esta acción habría exigido, en calidad de botín de guerra,
el famoso caballo del emperador, mismo que estuvo un tiempo en Sayula, hasta
que vinieron a reclamarlo de Europa.
A la caída del imperio, a Simón
Gutiérrez se le dio la jefatura de una región militar, entre Acatlán y las
cercanías de Colima. Bajo su cuidado, aumentaron los asaltos y secuestros en el
Camino Real de Colima, al parecer por asaltantes que usaban monturas militares
y llevaban el rostro cubierto. La ponencia terminó con la narración de la
muerte de la Simona, abatido por la policía en la casa en que se encontraba
oculto en Guadalajara en una acción que precisó que se sitiara toda la manzana de
ese domicilio y que los agentes entraran a la fuerza en su habitación, el 22 de
mayo de 1869.
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