La Banda Autlán en el Carnaval de 1941. Colección fotográfica de la Casa de la Cultura Efraín González Luna. |
Es un cruce donde se reúnen
los amigos de la ciudad,
En cada función, vestidos
con smoking te saludan…
Tuxedo Junction, de
Glenn Miller
Etapa
de transición (1935-1955): En 1935 se abrió a la circulación la carretera
federal 80, que comunicó a Autlán con Guadalajara y el centro del país. Esto
ayudó a que comenzaran a venir orquestas grandes de Guadalajara, de metales,
percusiones y cuerdas, todavía sin sonorización eléctrica. En los mismos locales
de los años anteriores, como los teatros Orozco, Progreso y Mutualista, así
como en casas particulares, se organizaban bailes y recibimientos aunque, cada
vez con mayor frecuencia, se escuchaban géneros nuevos como el swing, el tango,
el bolero o el danzón, con piezas de autores como Glenn Miller, Agustín Lara o
Carlos Gardel, que comenzaron a convivir con los tradicionales sones y con la
música formal que ya se acostumbraban desde antes y fueron ganando público en
Autlán. Entre las orquestas más importantes que tocaron en estos años están la
de Moisés Casillas, la de Antonio Cortés y otras de Guadalajara, que venían al
Carnaval cada año.
En
El Informador del viernes 20 de febrero de 1942 se publicó una crónica del
baile del martes de Carnaval, llevado a cabo en el teatro Mutualista y
organizado por los gremios de señoras y señoritas y de filarmónicos. Según la
crónica “las mejores familias de la localidad estuvieron presentes, siendo
obsequiadas con exquisitos licores, bailándose al compás de una magnífica
orquesta de Guadalajara, desde las 21 horas hasta las 5 del día de hoy
(miércoles de ceniza)…”
Aunque
ese no fue el único baile: según la misma nota de El Informador, los
recibimientos del viernes, sábado y domingo, organizados por los gremios de pollos,
choferes y empleados públicos, respectivamente, reunieron a tanta gente que fue
insuficiente el aforo del teatro Mutualista, misma situación que vivió el
gremio de comerciantes el lunes de ese mismo Carnaval, cuando llevaron a la
orquesta de Toño Yáñez a tocar a su recibimiento y a su baile nocturno en el
mismo teatro.
En
el baile de Carnaval de 1945 en el teatro Orozco, organizado por las señoras y
señoritas encabezadas por la señora María Montañez de García Barragán, tocó la
orquesta de Nacho Pérez, quien terminó interpretando los tradicionales papaques.
Los
bailes seguían siendo suntuosos y elegantes, organizados con el mayor
refinamiento que permitían los recursos locales. Aunque, quizás por el aumento
en la variedad de la oferta musical o por la llegada de más visitantes de otras
regiones del país (cada año venía, por ejemplo, el político autlense Florencio
Topete mientras fue presidente municipal de Guadalajara; lo mismo ocurría con
la señora María Montañez de García Barragán), las sedes tradicionales de los
bailes y recibimientos fueron quedando cada vez más chicos.
Aunque desde años atrás se realizaban corridas de
toros donde se lidiaba a muerte y en las que llegaron a participar toreros
profesionales, fue hasta el Carnaval de 1940 que tuvieron lugar en Autlán las
primeras corridas formales, con la participación de los matadores Alberto
Balderas y Chucho Solórzano en la plaza construida ya con materiales duraderos
y ubicada en su emplazamiento definitivo. Desde la época de la plaza de
petates, las corridas fueron amenizadas por la Banda Autlán con pasodobles y
otros géneros afines a la tauromaquia. Los viejos aficionados recuerdan que era
el Toreador de la ópera Carmen la pieza con que se abrían las
corridas de toros a mediados del siglo XX, que en años posteriores fue
reemplazada por Cielo andaluz. Las
corridas formales han tenido como música de fondo, desde entonces,
preferentemente pasodobles, aunque en ellas tiene un lugar especial la marcha Viva Autlán, “la de aquí”, solicitada
constantemente por los toreros que se presentan en nuestra plaza. Las corridas
han sido ambientadas musicalmente, salvo en casos excepcionales, por la Banda
Autlán, dueña de un especial sabor taurino.
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